martes, 29 de enero de 2013

Toda una odisea





   Era todo un notición, uno de los tres amigos inseparables se casaba. Antonio se uniría para siempre a una gran mujer, con un corazón inmenso y con unos valores muy escondidos en la vida actual. Pero la alegría no quedaba ahí, Antonio nos expresó a Santi y a mi su deseo de que asistiésemos al enlace como testigos, desempeñando un papel algo diferenciado del resto de invitados, ello conllevaba que el vestuario debía de ser el mismo que el novio, es decir, el elegante chaqué.

   Por supuesto que no había problema alguno, en Madrid existen multitud de tiendas y locales donde se alquilan este tipo de trajes para diferentes eventos. Antonio eligió una tienda muy próxima a mi trabajo, pero como teníamos tiempo de sobra, quedaríamos más adelante para ir los tres juntos a seleccionar la ropa que llevaríamos aquel esperado día.

   El segundo del trío, el bueno de Santi, ha sido siempre y será, lo que se conoce por un "cachondo mental", pero no sólo eso, yo estoy convencido de que a veces el bueno de Santi disfruta haciendo rabiar al prójimo (en el buen sentido de la palabra), para localizarlo hay que agotar los recursos y cuando tras muchos, muchísimos intentos se consigue acordar una cita con él, existe un alto porcentaje de posibilidades de que le surja cualquier inconveniente que obliga a cancelar la cita.

   Pues exactamente eso fue lo que nos pasó con la cita para adquirir los chaqués, hubo muchos intentos para quedar, se nos echaba la fecha de la boda encima y teníamos que dejar el asunto zanjado. Definitivamente logramos coincidir un día, Antonio y Santi irían por su lado y yo me encontraría en la tienda con ellos. Sólo había algo que se salía un poco de lo normal y es que yo estaba trabajando a esa hora, por lo que asistiría a la tienda en moto y de uniforme. 

   Lógico, los dependientes se extrañaron un poco al verme aparecer por la puerta vestido con una ropa que nada tenía que ver con la ropa de paisano que vestían Antonio y Santi, pero pronto la situación se normalizó cuando empezamos a seleccionar el color del chaleco y la corbata que luciríamos. Pero claro, estábamos los tres juntos, la juerga estaba asegurada, el cachondeo, las bromas, sólo hubo que esperar un instante, en el momento en el que me metí al probador para quitarme el uniforme, los grilletes, la pistola, en fin, toda la parafernalia, Santi se coló conmigo, empezó a gritar sus típicas frases ("a que te cojo la cola", "hoy dormimos juntos otra vez ¿verdad?", etc, etc. Yo empecé a darle puñetazos y a pensar en la cara colorada que sacaría yo de aquel probador delimitado tan sólo por una cortina de color blanco.

    Suerte que los clientes y dependientes se lo tomaron a bien y les dio por reir, aunque él seguía cogiéndome la mano y pellizcándome el trasero como si fuésemos una pareja homosexual deseosa de intimar a toda prisa...

   El resultado de nuestra elección fue el que consta en la foto del post de hoy, suerte que fue tomada al comienzo del banquete, porque si hubiese sido al final a mi me faltaría un gemelo de plata y Santi hubiese aparecido en la instantánea en calzoncillos y calcetines negros, ya que a última hora del baile protagonizó junto a Antonio un streaptease que hizo las delicias de todos los invitados. Eso si, me queda aún la duda de quien pagó el destrozo del chaleco de Santi, cuando eufórico se abrió todos los corchetes del mismo de un sólo tirón...

   Un gran día, grandes amigos, por personas como ellos hay que dejarse la piel día a día, que la vida es demasiado fugaz.

   Buenas noches a tod@s.

1 comentario:

  1. Que gran día y que grandes amigos... ese trio que no lo separe nadie !! jejeje os quiero mucho Jose, ya lo sabes.

    Antonio.
    PD. Las caras de las dependientas no se me olvidarán jamás.

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