Querida Laia:
Te queda mucha vida por delante y por lo tanto, te queda mucho que aprender y parte de nuestro aprendizaje lo conforman las frases hechas, los refranes, además desconozco si el español es el más sabio pero al menos debe ir en cabeza. Una de esas frases que se pronuncia mucho y que a veces llega a parecer un tópico es la de: "en los momentos difíciles es en los que se ve quien está ahí y quien no".
Por asuntos laborales que no vienen al caso, hace unos días tuve que ocupar un lugar que ni me corresponde ni me agrada. Nunca se debe juzgar nada si no se ha probado antes, nunca puedes calificar a un vecino de chulo y déspota sin haberle dado al menos la oportunidad de conversar, aunque vista constantemente zapatos castellanos, corbata de cien euros y camine como si hubiese tomado de almuerzo el palo de una fregona. No se debe rechazar probar una comida típica de ese país que visitas una vez en la vida por estar estancado en el jamón y la tortilla de patatas de mamá. Tampoco es por tanto de recibo decir que un trabajo es una castaña o que las personas que lo conforman se tocan la nariz durante su horario si no has cubierto al menos un turno de ese cometido.
De todo, querida hija, de todo, debe uno exprimir la situación como un limón y sacar una gotita de algo positivo. Yo lo he hecho y no sólo he sacado una gota, es más, podría decirte que he llegado a juntar unas pocas de gotas que me servirían para pegar un trago de humildad y de serenidad, pegaré un sorbo imaginario que me hará conservar un poso para cuando utilice las transmisiones trabajando, tener bien presente quien se encuentra al otro lado, su situación y la cantidad de cometidos que puede estar realizando a la vez que me atiende a mi.
Gracias a Dios y a la misma persona que decidió que tenía que desarrollar ese trabajo durante unos días, mañana regreso a mi vida cotidiana, vuelvo a tener mis horarios, a disponer del mismo tiempo que casi siempre he tenido para atenderte, para jugar contigo, bañarte o darte el último biberón del día mientras acaricio tu manita, pero antes de irme a la cama, he pensado que no está de más desahogarme un instante por escrito, como mejor se me da.
Alguien puede preguntarse qué tiene que ver el tema que vengo desarrollando con la fotografía que encabeza mi post, es muy sencillo; una de las materias que más a gusto estudié en aquellas tierras de olivos centenarios durante mi preparación como Guardia Civil, fue la Ley de Caza, entre otras cosas por mi afición al mencionado deporte. Bien, pues existe una modalidad que se denomina la retranca, que no es otra cosa que ocupar un puesto (generalmente hablando de caza mayor como la del ciervo o el jabalí entre otras especies) ubicado en uno de los dos extremos de la linea de fuego, que sólo autoriza al cazador a disparar sobre aquellos animales que pudiesen hacer su aparición heridos, procedentes de puestos de la linea de tiro titular.
Yo nunca he cazado de esta forma, ya que me parece una desventaja absoluta para con el animal, aunque hay que reconocer, que es mucho peor permitir que animales "pinchados" o heridos de muerte escapen al monte donde encontrarían una muerte lenta, dolorosa e inevitable.
Ahora entro en materia Laia, atenta: para todos aquellos "cazadores de retranca" que han podido disfrutar de verme desanimado estos días, para todos aquellos que se mueren de envidia de contemplar a un profesional que hace su trabajo a diario con plena dedicación y vocación, para todos aquellos que pensaban que era el principio de fin, en definitiva, para todos aquellos que os gusta esconderos como ratas y disfrutar de vuestra supuesta superioridad a escondidas como auténticos cobardes, para todos vosotros, hago pública mi satisfacción, mi alegría y mi regocijo, de hecho, mañana comenzaré si cabe con más ganas y más cojones que nunca. Y si alguno de vosotros quiere desayunar gratis, mañana invito yo.
Querida hija, no lo olvides, no hay mal que cien años dure. Te quiero mucho pequeña, que sueñes con lo que más desees. Buenas noches a tod@s.