Querida Laia:
Esta mañana, al finalizar la jornada laboral, me exponía un compañero una reflexión que califico de instructiva e inteligente.
R (la inicial de su apellido) lleva casi un año afrontando una batalla mucho más dura que la de los individuos de la fotogafía que encabeza el post de hoy, cuida en solitario de su hijo de 13 años, cuida de su casa y de su esposa, la cual por el momento está postrada en una cama por una negligencia médica. Muy serio, me preguntaba cómo dormías, si ya nos permitías descansar a mamá y a mi más, etc, pero me hizo una afirmación más importante que paso a citar de forma textual:
"... no sé muy bien cómo, pero verás como tu hija va a ir metíendose poco a poco en tu corazón de tal forma que la quieras como a nada, como a nadie, incluso más que a tu madre. Yo hoy, y más con la situación de mi mujer, lucharía con quien fuese por defender a mi hijo de cualquier situación." Y terminaba levantando una ceja y diciéndome: "Y ojo Alcolea, te aseguro que no es nada fácil ser padre, tienes que batallar mucho y es muy pero que muy difícil."
Sabias palabras las de R, las cuales he absorbido como una esponja; es un ejemplo de todo, de esposo, de padre, de compañero, de lo que no se encuentra hoy por hoy.
Pues bien hija, hoy, por defender a un amigo de un comentario jocoso, me ha costado calentarme y hasta llegar a juntar las dos mandíbulas más de la cuenta. Tu padre Laia jamás se ha pegado con nadie, no he sido ni soy agresivo, siempre he pensado que la palabra arregla mucho más que una serie de puñetazos o patadas. Pero si que me doy cuenta hoy en día de una cosa, hasta tu nacimiento no me importaba enterarme de que gente sin escrúpulos me criticaba, me insultaba, aún sin a penas conocerme, pero desde que llegaste a nuestras vidas, he cambiado.
He cambiado en el aspecto de que noto que me cuesta mucho menos contestar a alguien con quien no estoy de acuerdo, me cuesta poco enfrentarme al hipócrita y hacerle saber que ya está bien de hacerme el bobo como si no supiese que me pone a parir y después te pasan la mano por el lomo. En definitiva, que desde tu llegada a nuestras vidas hija, tengo clarísimo que me sobran dedos de una mano para asignar a mis amigos de verdad pero tengo otra cosa más clara aún, que lo más importante en mi vida, lo primordial, lo prioritario es mi familia. No es que no supiese ésto con anterioridad, pero las palabras de R hoy han simulado la última lección de curso, la magistral.
Por eso Laia, el flamenco que hoy me retaba a hablar cara a cara por una red social se va a salir con la suya, y va a encontrarse delante a tu padre como no lo ha conocido antes, serio, pero calmado, tajante pero comedido, ese no va a nombrarme más; y como ese hija, hay muchos en la vida, pero poco a poco me voy a "sacudir las pulgas" hasta quedarme más limpio que una patena. Ya son 30 años a las espaldas y tengo que hacer ver al resto de mis "amigos y conocidos" que bueno no es sinónimo de bobo ¿no crees?.
Pero cariño, aprende también algo importante, no hay que pegarse, no hay que vocear, dos no se pelean si uno no quiere; presiento que tu carácter nervioso va a hacer que tengas la misma virtud que tu madre, la de no callarte nada, no comulgar con ruedas de molino. Para mi, lejos de ser un defecto es una virtud que hace evitar muchas decepciones y disgustos, yo últimamente me los llevo a pares, pero retomo lo dicho, al llegar a casa y verte sonreír se me pasa todo, eso es lo que me importa hoy. Te quiero mucho.
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