Con la satisfacción del deber cumplido y la alegría de que mi suegro ya se recupera en casa, al regreso de Galicia comenzábamos hoy una nueva semana de trabajo.
Nada más abrir la puerta de casa, cuando me dirigía a coger el ascensor, intuía que no había sido muy buena idea el ir al trabajo en moto; efectivamente el termómetro marcaba un grado de temperatura, con lo que al llegar a Madrid tenía la nariz del mismo color que Fofito.
Ya era un asunto previsto, hoy comenzaba una campaña especial de control de vehículos para el transporte de menores y asistirían los medios de comunicación para grabar la inspección. Lo que no podía ni imaginarme es que pudiese llegar a ser tan mediático... No había terminado el telediario de medio día cuando mi teléfono registraba ya más de una veintena de wathsapps.
Al margen de lo simpático de que tus amigos te vean por la televisión, me quedo con una reflexión, o mejor dos.
La primera: justo antes del inicio de la grabación, al ver a los menores bajar de los autocares, hablaba con el Subdirector General de Tráfico sobre lo diferente que se ve la vida con esa edad. Me hizo una gracia tremenda un niño de uno cinco o seis años de edad, que con su corbata granate rallada, su pelo alborotado y sus zapatos descoloridos de pegar puntapiés al balón en el recreo, hacía avanzar su mochila a base de enérgicas patadas; me dio la sensación de que comenzaba a sentir la diferencia entre los viernes y los lunes.
Esa era la connotación graciosa, pero cuando terminó la inspección mi cabeza se centraba en otro aspecto muy distinto. Desde el punto de vista de padre y no de inspector, me hicieron reflexionar y mucho los resultados obtenidos.
Para empezar, no llegaron ni la mitad de autobuses que en meses anteriores, es obvio, los padres reducen gastos y al haber alguien en paro en el matrimonio, es mucho más rentable ahorrar el dinero de la ruta escolar. Y para continuar, ¿en qué medios se desplazan los menores?, cinturones de seguridad que no funcionan correctamente, extintores caducados, botiquines de primeros auxilios vacíos, en fin, adefesios, vehículos que parecen carros de ganado en lugar de vehículos de máxima seguridad como deberían ser.
En definitiva, cada cual que haga lo que estime oportuno, pero hay ocasiones más que evidentes en que no es cierta esa premisa de que lo más caro es lo mejor. Quien use estas rutas, un consejo, revisarlas y poned en marcha a las Asociaciones de Padres de Alumnos, que este asunto es mucho más delicado de lo que aparenta.
Buenas noches a tod@s y gracias de corazón por el apoyo mostrado tanto hacia mi mujer como a mi con respecto a la lesión y operación de mi suegro.
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