jueves, 10 de enero de 2013

Yo meto la pata, tu respondes... ¡¡Error!!




   Querida Laia:

   Estoy convencido, al ver tu carácter nervioso, que en más de una ocasión harás que se me ponga la cara como el primate de la foto de hoy, pero no por enfado (que también habrá situaciones de esas), sino de vergüenza.

   Cuando yo contaba con tres o cuatro años de edad, el mercadillo de Alcobendas se montaba en la zona donde hoy se encuentra el Parque de Andalucía. Tu abuela Ana solía asistir puntualmente todas las semanas, o casi todas, para comprar verdura o cualquier otra necesidad para la casa. A pesar de que yo era un auténtico comino, el episodio que relataré a continuación lo tengo grabado en mi cerebro a fuego.

   Como es habitual en todos los mercadillos, había varios puestos regentados por personal de etnia gitana. La abuela se acercó a uno de ellos en el que se vendía ropa interior y bañadores; deduzco que si se vendía ropa de baño sería primavera, el caso es que yo llevaba algo de ropita de abrigo y si no recuerdo mal, era una prenda de color rojo y con bolsillos.

   En uno de los escasos momentos en que la abuela se despistaba, cogí de un inmenso montón de prendas con mi mano derecha un bañador azul marino con cordón blanco, tipo slip. Sólo lo contemplé un segundo, me agradó, así que como la señora del puesto no podía distinguir mi silueta que no llegaba ni siquiera a la básica estructura del tenderete, fué incapaz de ver que guardé el bañador en mi bolsillo derecho.

   La compra continuó y al llegar a casa, cuando la abuela me quitó el abriguito descubrió el pico del bañador azul marino asomando por el bolsillo. No hubo riña, no hubo reprimenda, porque desconocía por completo cual era la procedencia de mi escueta "compra". Yo con mi media lengua le expliqué que me había gustado y ella tan sólo intentaba pensar qué le explicaríamos a la simpática gitana si volvíamos al puesto, como la respuesta no era fácil se decidió dejar la cosa como estaba. 

   Pues similar a esa cara que mi madre puso aquel día es la que vengo poniendo yo a menudo. Últimamente nada más que hago recibir pelotazos que no me competen, pero que siempre encuentran en mi la portería más "idónea".

   Mi apreciada Laia, estoy seguro de que el invento del teléfono móvil fue un avance y un logro en su momento, pero hay momentos en los que cogería el mío y lo pondría con amabilidad en el carril izquierdo de la M 40 en plena hora punta madrileña, para que 300 o 400 coches lo hiciesen callar para siempre.

   Detesto a esas personas que buscan problemas, que les encanta jugar con fuego y que a posteriori se acuerdan de los bobos para que le solucionen la papeleta. Si eres bueno, porque eres bueno, si no les haces caso, te marcan con la X al rojo vivo y cuentas con un "negativo" en tu mochila.

   En definitiva, sin entrar en más detalles, cuando seas mayor hija, debes procurar no poner jamás en aprietos a aquellos que consideres tus amigos o tus seres más queridos. Nunca debes hacer pasar apuros a un amigo o amiga para que te saque las castañas del fuego, para eso están las secuencias idóneas: primero pensar y después actuar, nunca a la inversa corazón.

   Me queda el consuelo de que tengo la oportunidad de educarte de tal manera que evitemos juntos esas situaciones tan embarazosas.

   Te quiero mucho pequeña.

   Buen fin de semana para tod@s.

   

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