sábado, 31 de marzo de 2012

El número 13, un gato negro o cruzar los dedos



  
   Como much@s sabeis, durante los años 2008 al 2010, sin controlar demasiado bien mis impulsos, hice mis pinitos en el mundo del toro. Es cierto que no he sido José Tomás, pero tampoco he sido de los malos del todo. Intento hoy en dia matar el gusanillo de esa droga que para mi es el mundo del toro con mi cámara de fotos, pero lo cierto es que echo mucho en falta los entresijos, esas situaciones que el aficionado de taquilla desconoce.

   Un momento de los desconocidos por los aficionados que se limitan a acudir a la plaza y regresar a sus casas es el paso del tiempo antes de la corrida. Esos momentos de miedo, de tensión, de incertidumbre. La tarde que por primera vez me vestí de luces (ya haré uno o dos relatos de mi experiencia taurina), fue en un pueblo de Navarra llamado Mendavia. Aquella tarde en la habitación del hotel donde nos disponiamos a cambiarnos, después de visitar el baño cuatro o cinco veces, a las cuatro en punto se comenzaron a cambiar los banderilleros que me acompañarían. Yo, imintándoles, empecé a desnudarme para comenzar a ponerme las medias y el resto de las piezas que componen el traje de luces, traje que compré a un novillero de Paracuellos, el famoso pueblo madrileño donde vive Belén Esteban. Ya tenía puesto casi todo, tan sólo me faltaba coger del porta trajes la montera ya que el capote de paseo lo tenía encima de una silla de la habitación.

   Haré un inciso para reseñar que si hay un gremio donde se magnifiquen las supersticiones, ese es el mundo taurino. Retomo la cuestión, cogí la montera con mi mano derecha y el capote de paseo con la mano izquierda para inmediatamente colocarlo sobre mi antebrazo derecho, pero antes de salir de la habitación me picó la curiosidad por verme la cara de puro acojonamiento en el espejo del baño, y dejé la montera y el capote encima de una de las camas. "¡¡¡¡¡Nooooooooo!!!!!". Los dos banderilleros que actuaban junto a mi estaban aún en la habitación, del grito que me pegaron casi no me hizo falta llegar a la plaza para hacerme de todo encima. "¡Coge la montera!" yo corriendo la tomé de nuevo en las manos y puse cara de sorpresa, duda e interrogación, no sabía que había hecho mal. Inmediatamente llegó la explicación: "da mala suerte dejar la montera o cualquier sombrero sobre la cama porque presagia que algo malo va a suceder". Bien, tomé nota. Cada uno con sus monteras en la mano y sus capotes de paseo nos encaminamos hacia el pasillo, yo salía el último de la habitación, cuando iba a apagar la luz antes de abandonarla otro "¡¡¡Noooo!!!", "la luz tampoco se apaga, se deja encendida hasta que regresemos", a mi el corazón me latía ya a ritmo de salsa y aún no había llegado a la plaza siquiera, sólo me venían preguntas a la mente, casi siempre la misma: ¿qué hago yo aqui madre mia?...

   Tantas y tantas son las supersticiones del taurino: antes de torear, por la mañana, en la habitación del hotel se coloca el traje de luces en una silla, pues durante el tiempo que está colgado hasta que lo viste el matador o el banderillero, nadie, nadie, nadie, toca el vestido que no sea de su propiedad, da mala suerte; al salir al ruedo para hacer el paseillo, siempre se pisa con el pie derecho, da buena suerte; si el matador brinda la muerte del toro, cuando lanza la montera al aire, si cae boca abajo da buena suerte, si lo hace boca arriba es símbolo de mala suerte; pocos toreros visten de color amarillo en la plaza, si bien Jesulín de Ubrique ha lucido en alguna ocasión vestidos amarillos...

   Son innumerables las supersticiones que a parte de los toreros manejamos casi a diario: cruzamos los dedos para que nos den buena suerte, el trébol de cuatro hojas que da buen augurio, no abrimos un paraguas dentro de casa, si vemos un gato negro o se nos cruza ¡malo!, no dejamos un cuadro torcido, mala cosa si derramamos la sal o rompemos un espejo, nunca solemos pasar por debajo de una escalera ni dejamos unas tijeras abiertas, el dia de la boda las novias llevan algo azul, algo prestado, algo viejo y algo nuevo y por último, sobre todo una mujer que yo conozco muy bien, si ve un coche fúnebre se vuelve loca a darse golpes en la cabeza con los dedos en forma de cuernos...

   Pero no quiero terminar este post haciendo alusión a otras situaciones que, sin ser ni de mala ni de buena suerte, a veces te llaman la atención, te hacen morir de risa, o como la frase típica con la que acabaré hoy, la cual a veces hasta me provoca que conteste un taco:

   - ¿Por qué cuando llueve y no tenemos paraguas, al caminar bajamos la cabeza? te mojas igual.
   - ¿Por qué al coronar una montaña nos ponemos siempre las manos en las caderas?.
   - ¿Por qué cuando miramos al techo abrimos la boca?.
   - ¿Por qué cuando pegas un tropezón vuelves a mirar con cara de mala leche donde tropezaste?.
   - ¿Por qué nos empeñamos en sacar el correo por la ranura del buzón cuando sabemos que lo único que vamos a conseguir es pelarnos los nudillos?.
   - ¿Por qué si nunca usamos las páginas amarillas nos ponemos tan felices cuando nos las han puesto en el felpudo y nos dan ganas de quedarnos con las de todos los vecinos?.
   - ¿Por qué cuando nos cuelgan el teléfono nos quedamos mirando al auricular como si tuviera él la culpa?.
   - ¿Por qué cuando el mando no cambia la tele apretamos más y más fuerte?.
   - ¿Por qué siempre que abrimos una caja de medicamentos siempre lo abrimos por el lado del prospecto?.
   - ¿Por qué nos esperamos siempre a las bodas para que nuestros padres se enteren de que fumamos?.

   Y ya me despido con lo que había prometido, esa frase que no tiene otro nombre, toca cojones: estás sudando a mares, con el culo casi al aire agachado, desriñonado, aspirando y lavando tu coche, y llega el gracioso o la graciosa de turno que te dice "ahora te doy las llaves del mio y me lo lavas"... ¡me cago en!...

   ¡Buenas noches a todos y hasta el lunes!, si Laia me lo permite.

viernes, 30 de marzo de 2012

De los Clics a la PSP




    Mi deseada Laia:

   Como a pesar de faltar dos dias para los nueve meses de gestación, aún no das muestras de querer venir al mundo, Mamá y yo hemos aprovechado la tarde de hoy para ir a un centro comercial y cambiar un regalo que nos habian hecho para ti. No es que no nos haya gustado, es que nos habiamos enterado que había una versión Vip. Por algo más de dinero, hemos cambiado la hamaca tan preciosa que nos habían regalado para ti por una igual de bonita, que encima va a juego con los colores de tu habitación. Pero lo mejor es, que la hamaca trae incorporada música clásica, sonidos de la naturaleza y vibración para que Papá pueda tomar algo viendo la tele mientras las pequeñas descargas buscarán conseguir que duermas. Yo cada dia me sorprendo más. Jamás imaginé que tuviera que pedirle el trastero alquilado a mis padres y a mis vecinos para guardar todo lo que en una semana llenará nuestra casa.

   Más allá de la hamaca y ayudado hoy por mi buen amigo y compañero Torrecilla (al cual le dedico hoy el post por ser como es conmigo y por haberse convertido en fiel seguidor de mi blog desde el dia de su creación), comparaba mentalmente los juguetes que usábamos los niños de finales de los 70 o principios de los 80.

   Rercodaré toda mi vida la cantidad de clics que tenia en mi habitación de niño, en la actualidad únicamente son conocidos por los niños como Playmovil. Era mi juguete preferido y mi padre jugaba conmigo de la siguiente manera: hacíamos dos grupos de igual número de clics, uno para él y otro para mi. Nos distanciábamos todo lo que la habitación nos permitía, colocábamos cada uno nuestro grupo de clics de pie, lo más alejados posible para ponérselo difícil al rival y un boloncho de los de acero (tenía un par de ellos siempre en mi bolsa de las canicas) rodando por el parquet nos lo lanzábamos una vez cada uno, de tal manera que el clic que caía al suelo estaba muerto y se descontaba de tu grupo, el que se quedaba antes sin ningún superviviente ganaba, aunque claro, mi padre ponía de su parte siempre para que yo fuera el vencedor. Tengo grabada la imágen y la conversación de un dia entre mi padre y yo, mientras que jugando a ésto, me consultó si me gustaría tener un hermanito; pues eso, tendría yo cinco años o casi seis.

   De aquella época tengo en mi mente juegos que a todos os sonarán: las bolsitas de papel que me compraba mi padre en el quiosco del pueblo, que contenían diminutos soldados de guerra de plástico color verde o marrón. El tente (que dio paso al lego), juegos de mesa como magia borrás, juegos reunidos, hundir la flota, el puntero tragabolas, quien es quien. Mención especial se merece el Cinexin (que te morías a darle vueltas al aparato en la habitación a oscuras para ver a Pluto jugar con el Pato Donald) o el primer video juego que conocí, ese de las dos rayas jugando al tenis o al frontón a dos velocidades diferentes, para principiantes o expertos. Los Madelman también solían gustar mucho a los niños (no era mi caso) y a las niñas las Nancy, las Barriguitas o las Barbies.

   También recuerdo que cuando tenía algún año más y mi hermano ya tenía tres o cuatro años teníamos un cesto de mimbre en el que guardábamos muchísimas tizas de todos los colores posibles. Aquel cesto se guardaba en un armario empotrado y la verdad es que aunque casi nunca teníamos pizarra para pintar con ellas, el cesto con las tizas dió bien el precio porque yo lo recuerdo dando cabezazos por casa mucho pero que mucho tiempo.

   Todos estos juguetes Laia dieron paso a los que tú encontrarás en ToysRus, donde los ojos te harán chirivitas, donde probarás toda clase de triciclos y más conociendo a tu mamá... Ahora hay juegos de mesa como el Cranium o el Scattergories que si bien hacen reir en grupo, no te proporcionan la misma alegría que me daba a mi tirarle seis clics de una sóla vez al abuelo. Ahora se compran juegos de Bob Esponja o Gormitis al módico precio de 20 € los más baratos. O en lugar de jugar al video juego de las rayas, ves a los niños embobados con la PSP (unos 250 € la broma) o la Wii (cada juego unos 50 €), bueno y los no tan niños, que hace una semana vimos a un futuro papá esperando a que su mujer terminara la prueba de los monitores y le quitaba la PSP a su cuñada de unos 12 años de las manos para "batir el record" y cuidar el perro virtual.

   ¡Qué tiempos aquellos Torrecilla!

   Buenas noches a tod@s.

jueves, 29 de marzo de 2012

E Respeto a quien peina canas.



   Esta tarde leía atónito en una web de noticias la increíble historia, o mejor, la increíble batalla que tienen que ganar cada mes los ancianos de un pueblo sudafricano. Los limitados pensionistas de la localidad de KwaZulu-Natal, hombres y mujeres ya de avanzada edad, tienen que cruzar cada mes un rio repleto de cocodrilos y con una corriente que ha ahogado ya a varias personas del poblado para cobrar su mísera pensión.

   Leia con la boca abierta el caso de Khethile, una anciana de 80 años que se levanta a las cinco de la mañana y se prepara una vez al mes para ir a cobrar su único sustento. Aún así, la pobre mujer declaraba que era mejor morir por la mordedura de un cocodrilo que morir de hambre sin cobrar su pensión.

   Leer esta noticia me trajo a la mente la jungla de Madrid o de la casi totalidad de España. Nuestros mayores cobran una pensión más o menos alta, cada cual la aparejada a su situación, ya sea matrimonial o sus antecedentes laborales. Ellos y ellas no tienen afortunadamente que cruzar ríos con cocodrilos en esta "jungla" española, pero se enfrentan a situaciones que yo no distancio mucho.

   Me pone enfermo, subir a un autobus (bien es cierto que lo hago muy poco), observar a los chicos y chicas de hoy, con los pantalones vaqueros rotos, a la altura de las rodillas, sentados incorrectamente en el asiento, con los mp4 o el iphone conectado a sus auriculares con la música a todo trapo, pero cuando veo que para más Inri, se monta alguna persona mayor y aun percatándose no le ceden el sitio, ¡me pongo malo!.

   Cuando camino por la calle subido a la acera, alzo la vista y veo acercarse de frente una persona de avanzada edad, o una mujer embarazada, o simplemente, una persona mayor que yo, siempre bajo del bordillo para permitirle el paso por lugar seguro. No pretendo auto alabarme, quiero cerciorarme de que lo correcto es lo que yo siempre que me percato hago; aunque claro, bien es cierto, que es importantísima la instrucción que hayas recibido en casa, es por eso que Papá y Mamá recapitulan en casa casi a diario para intentar no cometer errores semejantes Laia.

   La señora que encabeza el post de hoy es Elisa, una gallega octogenaria de las de verdad. Ella cuando tiene que echar un taco, lo suelta, cuando hay que comer, es la primera, y si hay que tomar un vino ella está dispuesta a acompañar a quien se tercie, pero ¿cuánto ha trabajado esta señora? ¿quién tiene la osadía de debatirle ni tan siquiera una palabra?. Ella peina canas y luce fenomenalmente sus arrugas, por ello, cuando decide marchar a su casa desde el domicilio de mis cuñados Luis y Sonia, siempre hay alguien que le ofrece su brazo para recorrer los 70 metros que les distancia junto a ella y cuando todos le damos los dos besos de despedida hasta el dia siguiente es casi habitual verla soltar una lagrimilla emocionada. Estareis de acuerdo conmigo, ¿no es lo mínimo que se puede hacer por nuestros mayores?. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

El pasado en un corazón actual



   Querida Laia:

    Cuando tus pulmones tan sólo hayan trabajado unas pocas horas, estoy seguro que conocerás a una persona peculiar, un chico jóven, guapo, muy guapo y noble como pocos, tu tío Manolo.

    He conocido a niños revoltosos, inquietos y traviesos. Salvo el tercer adjetivo, mi hermano ha sido la máxima expresión. Manolo ha sido el que más chichones se ha provocado, el que más calcetines ha destrozado de andar descalzo y el que más saltos daba por segundo. Podía tirarse horas en la pequeña salita donde haciamos vida sin pisar el suelo. De la mesa camilla al sofá, del sofá a la silla, de la silla a la mecedora, de la mecedora al mueble, del mueble otra vez a la mesa, pero tropieza y nuevo chichón a la colección.

   Hasta que ya contábamos con algunos años más y mis padres hicieron el esfuerzo de comprar todos los enseres para que cada uno contáramos con nuestra habitación, compartiamos literas. Él, que siempre ha parecido el florete de un deportista de élite en esgrima, inquieto y fino en grado sumo, dormía en la litera de arriba. Recuerdo una noche, de las muchas que teníamos que dormir no por tener sueño, sino porque el reloj marcaba una hora que recomendaba adoptar la posición horizontal para estar el día venidero a pleno rendimiento en el colegio, en la que empezamos de cachondeo. Él comenzó a asomarse por el lateral de la cama y golpearme con la almohada, continuó bajando de la litera y tirando de mi edredón para provocarme en su juego. Mi madre, como casi siempre, al escuchar el revuelo nos amenazó a gritos desde su cama con levantarse y sacar a pasear la zapatilla de estar por casa y aparcarla en nuestros traseros, pero Manolo seguia con ganas de juerga. Ya cansado, y aprovechando que la litera de mi hermano tan sólo descansaba sobre unos topes soldados a la estructura principal de la cama, lo levanté haciendo fuerza con mis piernas aproximadamente una cuarta, pero al ir a reposarla de nuevo, mi madre entró en la habitación. El susto, unido al desconcierto provocó que fallase en el descenso y mi hermano acabó por los suelos con la cama estampada sobre mi cabeza, incluido el somier. Menos mal que a mi madre le dio por reir, si no la zapatilla se hubiera desgastado aquella noche.

   Hoy Manolo es, como mucha gente lo describe, un viejo en un cuerpo de joven. No conozco en la actualidad a nadie que con 23 años de edad coleccione muebles antigüos, ni tenga un cajón lleno de discos y su correspondiente gramófono donde reproducirlos, hace teatro, practica bailes populares de la mancha, asiste al párroco del pueblo en todo lo que le es posible, tiene una burra y un citroen 2 cv amarillo impecable, conoce prácticamente la totalidad del refranero castellano o cultiva casi todos los años una huerta con todo tipo de hortalizas. Podría seguir enumerando sus innumerables aficiones, que siempre culminan en una máxima, su amor por lo antigüo y el respeto a los mayores, por la vida que le tocó vivir a nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos.

   Hace unos cuatro años aproximadamente decidió marcharse a vivir al pueblo natal de mi madre, Munera, ubicado en la provincia de Albacete, próximo a localidades como Villarrobledo o La Roda. Una preciosa villa donde desde niños siempre hemos pasado nuestras vacaciones junto a mis abuelos, mi Tia Esperanza, mi Tio Manolo, mis primos Manuel y Marta y donde conservamos una gran parte de nuestras buenas amistades. Tan sólo nos separan unos 240 km, pero en ocasiones lo extraño como si viviera en Australia o aún más lejos.

   De hecho, aunque ellos evitan tratar el tema, me consta que desde que él se marchó y yo inicié mi vida fuera de casa, mis padres escuchan el silencio de casa segundo a segundo como si fuese una atronadora percusión. Pero tarde o temprano Laia, nos tocará pasar por esa circunstancia a otros...

   Termino este post dedicando a mi hermano una frase, la cual espero que os provoque una sonrisa cómplice y os reviva ese sentimiento de amor hacia vuestros hermanos y hermanas:

   Un hermano o una hermana es parte de nosotros, una presencia eterna en nuestro corazón, alma y memoria. 

   Buenas noches.


Fotos Alcolea





martes, 27 de marzo de 2012

La vida ligada a la terminología taurina.



   Como bien sabe la gente que me conoce, he sido y seré siempre un amante de los toros, tanto a lo que este animal representa en libertad, como a la tauromaquia en lo más amplio de su significado. En mi familia tan sólo le gustaban los toros a mi abuelo Pepe, aunque siempre se metía conmigo diciendo que tenía poco valor y que tenía la cabeza "estrozá" cuando toreaba de salón en casa.

   Estoy convencido de que en alguna ocasión todo el mundo ha utilizado o ha escuchado expresiones ligadas a la tauromaquia que se llevan a lo cotidiano de la vida. En algún momento se ha "toreado con la mano izquierda", cuando se ha querido salir airoso de alguna situación que no era muy agradable, o "se ha apretado los machos", cuando se afronta con más o menos convencimiento un instante comprometedor en algún aspecto y seguro que también sin querer, "se ha liado una capea", equiparando el término a una pelea o una tangana.

   Pues bien, hoy hacia lo mán hondo de mi, he lanzado otra expresión con la que finalizaré mi post y seguro que todos los lectores y lectoras lo entenderán:

   Hoy afrontaba un exámen a las 10 en punto, 9 en las Islas Canarias. Si bien, considero que no es un exámen que fuera a condicionar de ninguna manera mi futuro más cercano, como casi todo en la vida quería dejar el pabellón bien alto, más aún cuando del resultado dependía el asegurarme el realizar un curso en la Escuela de Tráfico de Mérida el próximo mes. Se trata de un curso que mucha gente desea realizar, entre ellos un compañero que se disputaba la plaza conmigo.

   Voy echando en una bolsa imaginaria los valores que quiero inculcar a mi hija en los próximos años hasta que ella misma los ordene en su interior y en esa bolsa no pienso ilcluir el rencor. Pero, fastidia saber de buena tinta que por una trampa evidente y para nada elegante, mi compañero contaba con una amplia ventaja antes de que el cronómetro de 30 minutos comenzase a bajar para contestar las 40 preguntas tipo test. El exámen bajo mi opinión fué complicado y al finalizar hemos comprobado que mi compañero había acertado tres preguntas más que yo, con lo que ha vencido la batalla.

   Ante todo deportividad y educación (estos dos valores si los tengo ya guardados en mi bolsa para Laia),  como él ha realizado el exámen en una habitación contigüa a mi oficina, me he desplazado hasta su ubicación para estrecharle la mano y darle la enhorabuena. Él ha puesto cara de satisfecho, me lo ha agradecido y con cara de bueno se ha despedido para regresar a su unidad de destino. Qué agradable...

   Ahí va la frase prometida y con la que acabo: ¡tened cuidado y no os fieis nunca de los mansos, que a veces pegan arreones y embisten!.

   Buenas noches a tod@s.

lunes, 26 de marzo de 2012

Cuba: podrán morir las personas, pero jamás sus ideas.



   Al ver hoy en el telediario que Su Santidad el Papa se disponía a visitar la isla de Cuba me vino a la memoria el viaje que realicé a la isla junto a mi amigo Javi y su primo Ángel María en el año 2004.  
  Con los litros y litros de sangre derramada en los atentados del 11 M muy recientes aún en mi memoria y coincidiendo con el dia en que José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido Presidente del Gobierno, el 14 de marzo de 2004 nos montamos en un avión rumbo a ese paraíso sexual para algunos que con posterioridad descubrí que era una calamidad para muchos más todavia.

   Mis ideas políticas las asemejo a aquello que comentaba en otro post de ocultar mi profesión, ¿para qué?, si como dice mi hermano todo eso es como un embarazo, por mucho que lo quieras ocultar al final se termina sabiendo; me decanto algo más por la ideología de la derecha, pero que no me saquen de ahí, porque inmediantamente me delato como un total ignorante del tema. Así llegué a Cuba. Ya era de noche, pero desde el peugeor 405 en el que nos recogieron en el aeropuerto (que por cierto, ìbamos seis apretujados porque la única señora pesaba como dos veces yo),  tan sólo se distinguian junto a la carretera carteles y carteles con mesajes de índole política: que si la Revolución, que si el Che, que si morir de pie o vivir arrodillado...

   Un conocido de Paracuellos del Jarama que ya habia viajado en multitud de ocasiones a Cuba, nos recomendó a esta familia. De esta manera pagaríamos mucho menos por la casa, como unos 20 dólares diarios entre los tres, nos darían de comer a reventar y tendríamos la libertad de hacer lo que nos diera la gana en la casa. Al momento de ocuparla comprobamos que teníamos aire acondicionado en tan sólo una de las habitaciones pero Jorge, el dueño de la casa, se apresuró en decirnos que era algo prohibido totalmente en la isla por lo que no podríamos comentarlo. Pasados tan sólo 20 minutos conocí al que sería mi vecino durante 15 dias, Wisper, un niñito precioso de 3 años, que no hablaba ni una sólo palabra y siempre andaba descalzo.

   Era diario contemplar las calamidades. Vivíamos en plena Habana vieja, entre las calles Gervasio y Belascuaín, muy próximos a un hospital y a tan sólo 150 metros del Malecón. Me llamó la atención la seguridad, policías a cada 100 metros. Siempre nos acompañaba una persona que era como nuestro guía y chófer particular, el cual tenía que andar con mil ojos porque si algún policía le veía relacionarse con nosotros estaba asegurada la multa. Me llamó sobremanera que nadie pudiera comprar o vender una casa, la existencia de una cartilla de racionamiento por la que le daban leche a los niños sólo hasta los 6 años de edad y lo que más, que a pesar de tanta carencia, la totalidad de la gente baila y canta por la calle como si nada.

   Organizamos un viaje para visitar las playas de Varadero el cual duraría dos dias, por lo que hasta pasados 3 dias no regresaríamos a nuestra casa de la Habana. Desde el segundo dia, en el que calcé a mi vecinito Wisper, él venia todas las mañanas con las zapatillas cogiditas por la punta de los cordones para que se las pusiera y de paso le diese un caramelo de mi maleta, que le encantaban y le duraban un instante. Aunque no hablaba, aquel dia que nos marchábamos a Varadero él sabia que no volvería esa noche, por lo que me pidió con la mano que le diera más de un caramelo, pero hubo una incidencia, ¡se me terminaron!. Él abrió mi maleta y vió que tenía chicles de Orbit de menta, y a pesar de que le advertí por activa y por pasiva que picaban mucho, él se puso a llorar enrabietado para que le diera uno. Accedí, se metió el chicle en la boca, lo masticó dos veces y cuando empezaron a asomarle las lágrimas en los ojitos, cogió el chicle con dos dedos, se lo sacó de la boca, sopló cuatro o cinco veces y se lo volvió a meter nuevamente. Repitió cinco o seis veces la operación y allí se quedó jugando con sus amigos en la calle. Yo marché a Varadero donde pude comprobar la veracidad de lo magnífico de sus playas de arena blanca, comí caimán y probé una fruta que no me gustó en absoluto, la guayaba. Como nuestro chófer se habia clavado una botella de Habana la noche de antes, me tocó conducir a mi la tartana del 405 hacia La habana, por la "cuatrovias" (como ellos llaman a una autovía con dos carriles para cada sentido), esquivando baches de medio metro de hondos y hasta un carro con un caballo que me salió de la mediana y se cruzó todo mi sentido como a unos 350 metros de nuestra posición.

   Regresé a la Habana pasados 2 dias y volví a ver a mi vecino Wisper, vino corriendo a darme un abrazo y le vi mover los labios. Comprobé que comía, alucinante, pasaron tres dias y Wisper conservaba el chicle de Orbit. El viaje incialmente estaba previsto para 15 dias de duración , al duodécimo cambiamos los billetes para regresar a Madrid. Es cierto, vimos playas geniales, montamos en moto acuática, nos bañamos en playas increibles, visitamos discotecas inmensas repletas de gente que bailaba a cual mejor, hicimos fotos en momunentos y lugares preciosos, pero nos hartamos de ver injusticias, de ver gente desamparada, casas que se caían, escuchar relatos de gente que deseaba ir a Miami o España y no se les permitía la salida de su país y un largo etc.

   Quiero anotar aqui una frase que leí de un periodista cubano, dice así: Cuba es un país que produce canallas, delincuentes, demagogos y cobardes en relación desproporcionada a su población.

   Wisper se abrazó a mi el dia de la despedida, lloraba menos que yo, pero lloraba y me dijo sus primeras palabras "no no". Fue una de las despedidas más duras de toda mi vida. Lo único que deseo con toda mi alma es que Wisper, sea un mulato guapo de 11 años, que tenga la oportunidad pronto de vivir otro tipo de vida a la que yo conocí en aquella Isla.

  

sábado, 24 de marzo de 2012

Galicia calidade



  
     He de confesar que cuando viajé por primera vez a Galicia lo hice más pensando en cómo iba a dirigirme por primera vez a un señor alto, robusto y en principio desconocido que en la idea de conocer una Comunidad Autónoma ignorada por mi hasta entonces.

    Por ser la tierra natal de mi esposa, hasta antes de que Laia fuese encargada a París, viajabamos absolutamente todos los meses al menos una vez. Marta es de un pueblo de la provincia de Pontevedra, llamado Salceda de Caselas, próximo a localidades como Tui, Ponteareas o Porriño y a tan sólo unos minutos de la frontera con Portugal. Me centraré más en relatar vivencias de esta parte de Galicia que es la que más conozco. 

   Los primeros viajes pensaba descubrir el extendido tópico de niebla, lluvia, malas carreteras y aprender a "lidiar" con el carácter raro de los gallegos. ¡Qué error!. Empezaré por confirmar que Galicia posee multitud de parajes por descubrir, desde faros a ermitas, pasando por monasterios o pazos monumentales, casas de piedra autóctona de ensueño, parques naturales y viñedos de verdadera envidia. No existe masificación en absoluto y a sufridores como yo del Madrid cotidiano, se nos hace rarísimo despertar a las diez y media de la mañana con el cantar de un gallo o el ladrido de un perro cuando el sacristán comienza a tocar las campanas de la iglesia.

   Mi primer viaje el paraguas lo usé si, pero para taparme la cabeza del sol que machacaba con 40 º de temperatura. Primer mito desmentido, aunque bueno, era verano y España atravesaba una ola de calor. Pasaron los meses y es cierto que casi todas las nubes que entran a terriorio nacional yo creo que sellan su pasaporte en Salceda. Suele llover, pero es esa lluvia finísima que lejos de entristecerme como le pasa a algunos, a mi me relaja y me hace reflexionar lleno de calma. También llegan dias excelentes en los que cualquier rato de sol, entre tanto verdor lo disfrutas mil veces más.

   Hecho el inciso de lo climatológico, ¿qué decir de la gastronomía?. Se traduce en que cinco dias allí (que es lo que suelen durar nuestros viajes) se traducen en un par de kilos de más que viajan para Madrid de vuelta. Empanadas de todas clases, cocido gallego con su verdura y sus alubias, pulpo a feira, jamón asado, bacalao, etc etc etc. Todo ello habrá que regarlo bien, pues que no falte el albariño, ribeiro o directamente el tinto casero, que en el 80% de los hogares existe bodega propia. En este último aspecto además de otros muchos, estoy convencido de que tuve la suerte de desembarcar en el mejor de los hogares, ya que mis suegros poseen viñedos y tras la vendimia anual elaboran un tinto totalmente natural de un paladar magnífico. Postres como larpeiras o roscas y para que todo haga digestión, aguardiente casero que no falte, sea de hierbas, café o blanca, elaborado también según método tradicional.

   Llega el turno en el que más quiero detenerme. Al igual que el incierto mito de que el sevillano es chulo y desagradable como todos los andaluces,  el gallego tampoco es desagradable ni raro. ¿En qué Comunidad Autónoma de nuestro país todos los habitantes son risueños y nobles?, habrá de todo como en todos sitios. Pues eso pasa en Galicia. Gente hospitalaria, amable, dulce, bromista, trabajadora... Es cierto que no puedo comparar a mi familia política con nadie, pero tampoco puedo desmerecer a todas las personas que he conocido a través de ellos. Son casi cuatro años viajando alli, he conocido a muchísima gente, pues bien, no es posible invitar a una ronda, en el coche no cabe ni un alfiler a la vuelta a la capital y siempre encuentras un abrazo y un graciñas como respuesta. Considero a l@s galleg@s gente muy difícil de superar, esa es mi calificación perenne y definitiva.

   Verdes paisajes, montes enteros de eucaliptos o pinos y sonidos de gaitas que tanto se extrañan cuando pasan las semanas y no los distingues. Tierra que me ha acogido como estoy seguro que acogen a todo el que les visita.

   Especial mención en el post de hoy a esa familia que ya es mia, no nombro a nadie, los englobo a todos. Familia a la que añoro dia a dia y a pesar de tenerlos a 600 km de distancia los llevo siempre conmigo y les agradezco de corazón las muestras de cariño hacia mi que siempre les parecen pocas.

   Galicia calidade, agora e sempre. Moitos bicos.

  

Fotografías Alcolea





viernes, 23 de marzo de 2012

Amistad que acaba, no había comenzado.



   Querida Laia:

   Ayer, cuando esperaba sentado frente al sillón donde a Mamá le hacían la prueba de monitores para comprobar que todo en el embarazo marcha correctamente, al escuchar el latido apresurado de tu corazoncito pensaba en algo que lejos de preocuparme, diría que me sorprende, la fugacidad de la vida. Por eso precisamente, por lo rápido que dan vueltas las agujas del reloj, debemos rodearnos de buenas personas para que, aunque rápido, todo nos vaya lo mejor posible. En la fotografía que encabeza mi pequeño artículo de hoy aparecen dos amigos, amigos de los de verdad, de los que igual que yo, tú en un futuro, irás asignando a cada dedo de una sóla mano.

   Desde los tres añitos, cuando tu abuela o la tía Paqui me llevaban a preescolar, cursé estudios en un colegio de Alcobendas, el Juan XXIII. Finalizados esos dos años de preescolar más los ocho cursos reglamentarios de la ya extinguida EGB, con 13 años marché al distrito de Fuencarral, a un colegio de monjas, el Sagrado Corazón donde realicé BUP y COU. De este último y sin desmerecer al anterior, recordaré siempre dos cosas, la primera, el altísimo nivel de estudios que se poseía y la exigencia de nuestros profesores, y la segunda y fundamental, lo que me reí, las personas tan extraordinarias que me rodeaban y el lazo con cien mil nudos que hice con Antonio y Santi, los cuales aparecen en la foto de arriba. La verdad es que nuestras notas, en lugar de calificaciones parecían partidos de tenis por el número de suspensos, seis, siete, seis... Gracias a Dios a ninguno de los tres nos ha ido mal en la vida, los tres tenemos nuestros trabajos, nuestros hogares, hemos encontrado nuestras medias naranjas e incluso Antonio ya mece entre sus brazos a Miguel desde hace tan sólo unos dias y anda ya haciendo planes para ver si podemos ser consuegros en ese futuro que llega volando.

   Hoy he mantenido con mi compañero de trabajo una larga e interesante conversación. Entre otros muchos temas salió lo importante de tener a tu lado siempre buenos amigos. Lo importante que es descorchar una botella de buen cava para, aún sin tener ningún motivo especial por el que brindar, celebrar el reencuentro que no sabes de antemano cuando volverá a producirse.

   Laia, aunque ya no se suele hacer mucho, antes los albañiles tenian un utensilio con un marco de madera y fina malla, con el que cernían o limpiaban de piedras de inadecuado tamaño la arena para hacer la masa junto al cemento que usarían para sus edificaciones. Siempre lo he pensado, desde que comiences a tener uso de razón, tendrás que llevar tu  criba (que así se llama el utensilio descrito) particular en un rinconcillo de tu corazón. Yo aún hoy en dia, con 30 años, la saco muy a menudo, y hasta granitos de arena que tenias en tu montón desde hace mucho tiempo pensando que te valdrían para hacer tu masa y construir tu vida ladrillo a ladrillo, resulta que descubres que son inadecuados para ello, asi que, con el máximo dolor hay que desecharlos. ¿Por qué motivo no sabrán esos granos de arena que deseo mantener aislarse de los que les perjudican?, aunque sólo sea el tiempo imprescindible que tardemos en disfrutar la botella de cava entre risas, no lo entiendo y tengo que confesar que a veces me quita el sueño esta duda. 

   Afortunadamente Antonio y Santi son excelentes amigos y no son los únicos, mi criba está en perfectas condiciones y ha seguido haciendo extraordinariamente su función: familia, compañeros de trabajo, vecinos, etc, toda mi arena está en perfectas condiciones para cuando la necesite y todos los dedos de mi mano tienen asignado un nombre con sus dos apellidos. 

   Cuando aprendas a escribir Laia, papá te ayudará a escribir esta frase tan bonita de Juan Luis Vives y la guardaremos en un sitio secreto donde sólo tú y yo lo sepamos como parte de nuestro peculiar tesoro:

   No esperes que tu amigo venga a descubrirte su necesidad, ayúdale antes.

   Te quiero pequeña, buenas noches.

jueves, 22 de marzo de 2012

No sólo los toreros están hechos de otra pasta...



   Quizás por mis antecedentes, quizás porque siempre lo he visto por el lado bueno o simplemente por lo clara que tenía mi vocación desde que aún llevaba pañal, jamás he ocultado en lo que trabajo.

   No me gusta utilizar el término "empresa" pero lo que si es cierto es que la Guardia Civil es un colectivo de más de 72.000 hombres y mujeres, entre los que hay de toda condición física, de toda religión e incluso de varias etnias, por no hablar del carácter o de la simpatía. También es cierto que tenemos más de 300 ángeles velando desde el cielo por nosotros como resultado de la gran lacra del terrorismo o por desgraciados accidentes, especial mención aquí para uno con pelo canoso natural de Pinto.

   Como ya comenté en otro post, formo parte de la Benemérita desde hace casi 12 años. Puedo prometer que cada dia que me he puesto el uniforme verde lo he intentado lucir con la mayor elegancia posible, he vuelto a mi taquilla a cambiarme con la conciencia muy tranquila y casi a diario, cuando me veo reflejado en un charco o en un cristal se me pasa por la cabeza aquel año 1844 en que se crea el Cuerpo, el intento de tantos compañeros y compañeras que han formado parte de él porque seamos un colectivo respetado, admirado y como no, intento conservar impolutos los valores que mis dos predecesores me han inculcado.

   No soy Polilla (para quien no lo sepa, son los hijos de Guardias Civiles que se formaron en el Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada de Valdemoro, Madrid), y he comprobado que compañer@s que no han vivido jamás en un cuartel o que sus progenitores les han criado en un ambiente totalmente distinto, poseen un corazón que bombea sangre verde hasta la punta de los dedos de los pies y desarrollan su trabajo con intachable perfección.

   Pero aqui viene la miga del post de hoy, en la actualidad si que soy plenamente feliz, siendo motorista de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Ya con más de 50 años de edad, creada en 1959, los componentes de la Agrupación de tráfico desempeñamos un trabajo que modestamente considero imprescindible.

   En tan sólo unos dias comenzará la Operación Salida de Semana Santa, Tráfico preveerá millones y millones de desplazamientos, será noticia en todos los telediarios, conectareis los televidores, ¿qué imágen saldrá de la Guardia Civil de Tráfico?, un motorista denunciando a un usuario, porque los motoristas de la Agrupación no "multamos" no, denunciamos. ¿Y por qué se denuncia?, contesto con otra pregunta ¿os imaginais que sería la carretera sin radares o sin parejas de motoristas vigilando? ¡una ruina! eso sería.

   En esos desplazamientos venideros y en los pasados, muchas personas han pinchado un neumático en un lugar peligroso como un cambio de rasante, si se deja al usuario o la usuaria esperando 25 minutos la grúa es casi tan cierto como que 2 + 2 son 4 que el accidente está asegurado. ¿Nadie ha visto a un/una motorista cambiar una rueda?, ¿nadie ha visto a un motorista empujar un coche averiado hasta un lugar seguro? ¿nadie ha visto a un motorista sujetar la mano de un accientado hasta la llegada de la ambulancia?, ¿nadie ha visto a un motorista rompiendo un cristal para sacar a una persona por la ventanilla para salvarle la vida?. Claro, si nadie ha visto todas estas situaciones menos aún ha escuchado reñir a un usuario para que nunca vuelva a hablar por teléfono mientras conduce o para que se ponga el cinturón y posteriormente "perdonar" la sanción.

   Hace unos dias me vino a la cabeza el dia que, junto a un compañero extremeño, paramos a un camionero malagueño por hablar con el teléfono móvil en la M 40. Era una mañana de frio de las que te cuesta hasta retorcer el puño a la moto para que ande. Un 23 de diciembre, plenas Navidades de 2008. Cuando el hombre nos vio abrir la puerta del camión, podeis imaginar, bajó y nos entregó la documentación y su permiso de conducir resigando. Jose, como se llama mi compañero de aquel dia y yo nos miramos, y sin hablar, le devolvimos todo al conductor para que siguiera marcha. No me voy a olvidar de las palabras que nos contestó nunca: "los 150 € de la denuncia los voy a gastar en turrón y polvorones para mis hijos que hace dos dias les tuve que entretener para que se despistaran y se olvidaran de los pasteles que me estaban pidiendo porque no tengo ni para pasar las Navidades como Dios manda", ¡el cuadro después no lo pinta ni Murillo!. Los tres llorando a moco tendido...

   El pasado 27 de julio, alertados por un conductor, en la localidad de Coslada 2 compañeros y yo asistimos a un conductor húngaro que habia caido al suelo. Jeney, que asi se llamaba, con tan sólo 54 años habia sufrido un infarto y se encontraba tumbado con muy mal aspecto junto a su camión. Jesús, David y yo, estuvimos asistidos por nuestra querida Pilarica en todo momento, y hasta la llegada de los servicios sanitarios intentamos, lo mejor que supimos, hacerle una reanimación que con porsterioridad el Jefe de la unidad de Cardiología de La Paz describió como "excelente". Fueron 40 minutos que no se los deseo a nadie, pero Jeney estará cenando en su Budapest natal con su familia, sin secuela alguna. Nadie sabe lo que se siente al ver a ese señor 4 dias después sentado en un sillón como si no le hubiera pasado nada, sólo J, D y yo. Jeney se llevó a Hungría una imágen de la Virgen del Pilar y una foto nuestra dedicada en húngaro por detrás.

   Os invito a ver este video conmemorativo de la creación de la Agrupación de Tráfico: http://www.youtube.com/watch?v=pd_Cs3fsEDA y ruego a todo el mundo que comprenda nuestro trabajo, somos eso, trabajadores. Hombres y mujeres que tienen sus problemas, sus familias, frio, calor, inquietudes y una frase a fuego en nuestro sentir: El Honor es tu principal Divisa.

  

Fotos Alcolea

Si alguien tiene especial interés por alguna de las fotos tan sólo tiene que ponerse en contacto conmigo. Deseo que os gusten. Saludos.






miércoles, 21 de marzo de 2012

La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Platón.


   Amigo Pedro Victor:

   Hace un rato, viniendo hacia casa caminando, mientras me caía un buen aguacero encima, después de un día revelde de frío, nieve, aire, agua, en fin, en un día que no invita mucho a la alegría, me di cuenta que inconscientemente iba silvando el pasodoble torero que tanto nos gusta a los dos: Joselito Bienvenida. Siempre voy silvando, a veces parece que se me ha ido la cabeza por completo, porque además no tarareo canciones del momento ni nada por el estilo, sino zarzuela, pasodobles o música de tuna...

   ¿Te imaginas lo que sería la vida sin música?, ¿se imagina alguien las Fiestas de una localidad sin conciertos de algún grupo puntero?, o una corrida de toros (esas que a mi me entusiasman) sin banda de música, o un ordenador sin altavoces para escuchar tu música favorita mientras trabajas, un viaje en el metro de Madrid sin tu mp4 o tu reproductor para aislarte de lo cotidiano del dia a dia y ¿un vehículo sin radio?.

   Hace algunos años, tantos como 19 comencé a estudiar solfeo para formar parte de la Banda de un pueblo de la zona norte de Madrid, San Agustín del Guadalix, el cual estrenaba su banda con tan sólo 18 componentes. Tras unos meses, mi profesor me dijo que el Ayuntamiento acababa de comprar un trombón de varas, "¿Te gustaría que te lo adjudicasemos?" me preguntó, yo me encogí de hombros y al reunirme con mi padre después de la clase le trasladé la decisión que había tomado mi primer profesor de música, José Maria, del que tengo un recuerdo excelente.

   Mi padre, que cursó en su día estudios en el conservatorio y es un buen trompetista, me dijo que adelante, que era un instrumento idóneo para mi. Hoy en día, cuando cojo el estuche de mi trombón, y camino durante más de diez minutos con el brazo dormido me acuerdo, primero de mi profesor y seguidamente de mi padre...

   Tras tocar en la banda de San Agustín, junto a mi padre toqué en la banda de Alcobendas, la cual tube que dejar por ser incompatibles los dias de ensayo con mi horario de trabajo.

   Mientras formaba parte de la banda de Alcobendas, conocí a la persona junto a la que aparezco en la foto de arriba. Él fue quien me presentó al anterior director de la banda de Munera, Don Tomás Cortijo, el cual me abrió las puertas de la escuela para ensayar junto a todos ellos y tocar en el Festival del Pasodoble que tendría lugar 4 meses más tarde, el último dia de Feria de hace ya varios años, creo que en 2001, ya no lo recuerdo bien. Desde aquel año y aunque ya conocía a muchos componentes de la banda, a unos más que a otros (Esther, Maria Dolores, Ricardo, Pedro Victor por supuesto, al que hoy quiero como si fuera de mi familia al igual que a su mujer y su pequeño), conocí a más y más gente y he comprobado lo que de verdad te depara la cultura musical. Respeto entre compañeros, amistad, juerga sana después de las actuaciones y un largo etc que desemboca en vivencias que sólo nosotros entendemos. Para muestra un botón: ¡Marina Dor! Actuación en Moros y Cristianos por las calles del famoso complejo hotelero ¡menuda juerga!. Eso sí, la banda de un pueblo de 4.500 habitantes, la banda que crea que pueda dejar el listón más alto que acepte el reto y nos diga que 4 marchas hay que ensayar, ¡alli nos vemos, no hay miedo!.

   ¿Que tendrá la música Laia que cuando acerco el teléfono reproduciendo música a la barriga de mamá te vuelves loca?; ya lo decía un pintor francés, Georges Braque: El jarrón da forma al vacío y la música al silencio.

martes, 20 de marzo de 2012

Rectificar siempre es y será de sabios


   Querida Laia:

   Después de dedicar el post de ayer a tu bisabuelo, este será el primero dedicado a ti mi pequeña y habrá muchos más, estoy convencido.

   Hoy comenzó mi dia con una situación muy incómoda. Con el tiempo, aprenderás una cosa muy importante en la vida, que no es nada fácil el dia a dia en cualquier trabajo y en el que desempeñan tu mamá y tu papá no es distinto. Concretamente, en los casi doce años que yo llevo trabajando, he sacado una conclusión entre otras muchas: que es mucho más fácil obeder que mandar.
  
   Cuando tienes que obedecer alguna órden, en ocasiones te cuesta tener que morderte los codos para no debatir, para no protestar bruscamente o para no entrar en una batalla en la que de antemano, tienes asegurada la pérdida. Pero casi siempre, com mayor o menor agrado acabas obedeciendo y hasta se puede dar el caso de que el resultado no es tan oscuro como en un principio te imaginabas.

   Pero mandar Laia, mandar es a veces más complicado ainda (como dirian tus abuelos, tus tios y tus primos de Galicia). A lo que voy, llevo todo el dia con la conciencia intranquila por haber dicho a una persona a la que valoro mucho, lo que sentía pero no de la mejor manera. Que nunca se te "caigan los anillos" por pedir perdón, es más, si tienes que hacerlo, saca pecho y alza la voz, que no sean unas disculpas vergonzosas porque el resultado sin duda va a ser satisfactorio. El rencor es un defecto que voy a procurar por todos los medios que no aparezca en la descripción de tu carácter.

   Al final de la mañana, creo que todo ha quedado aclarado, pero si no ha sido así, hago pública mi disculpa compañero. Junto a ti viví una de las experiencias más preciadas en el tiempo que lleva mi corazón latiendo. Espero que como la foto que encabeza este post, siga la amistad uniéndonos y me des la posibilidad de seguir aprendiendo de ti. Un abrazo fuerte.

   Laia, buenas noches pequeña.

lunes, 19 de marzo de 2012

A mi abuelo Pepe


   Hoy dia de San José, por primera vez echo en falta felicitar a alguien muy especial, a mi abuelo Pepe.
   Tarde o temprano tenía que llegar y lamentablemente, para mi llegó muy temprano el dia 6 de octubre del año pasado.
   Porque siempre estaba metiéndome con él, sólo yo le llamaba cariñosamente "piernas" y es a él a quien quiero dedicarle mi primera entrada en mi blog:

   ¡Es tan raro todo Piernas! Cuando miro detrás de la puerta no está tu garrota. Al ver la jaula del canario compruebo que a penas tiene pienso en sus comederos, cuando tu siempre se los tenías hasta arriba de comida. Cuando cojo a la perra para dar una vuelta veo que ella también tiene pocos "gránulos" como tú llamabas al pienso. Al volver para Madrid y despedirme de la abuela, me faltan dos besos muy importantes, me falta tu imágen mirando el reloj para predecir la hora a la que llegaría a Alcobendas.

   Es verdad que tenías mal genio, eras a veces mal hablado, pero no hay dinero en el mundo para expresar lo que pagaría porque estuvieras sentado en tu sofá gruñiendo, o bordando en tu silla, o dándome el coñazo con el serrucho en la mano para que te llevara conmigo al campo. Este año, al coger la aceituna, también te eché en falta porque todas los olivos estaban sin podar, ¡la de tacos que hubieras soltado!.

   Y mi dolor se va a acentuar cuando nazca mi hija y no te la vea en los brazos. Cuántas veces voy a recordar la imágen de la tarde que querías poner el oído en la barriga de Marta, con tan sólo tres meses de embarazo para escuchar al bebé... Sólo te pido un favor, protégemela y llévala siempre por el camino donde tiene que ir, mi abuelo Paco te echará una mano, estoy seguro.

   ¡Es tan raro todo Piernas!...
  
    Te quiero mucho.

Fotografías Alcolea








Doy las gracias a tod@s los que habeis decidido entrar en mi blog, donde a partir de hoy, intentaré conseguir mis dos objetivos.
El primero, mostrar imágenes tomadas desde mi cámara. Imágenes que más allá del típico paisaje, pueden reflejar desde la cultura taurina (que llevo muy dentro en mi y me entusiasma) hasta imágenes de caballos (animal al que adoro desde muy niño) o eventos a los que acudo con el mero deseo de captar un detalle que me haga sonreir cuando reviva el momento.
El segundo de ellos, a mis treinta años de edad, expresar algo que me emocione, dar a conocer mi manera de ver la vida en la actualidad. Actualidad que me deparará si Dios lo quiere una niña muy pronto y me hará ver la vida cotidiana como nunca antes lo habia hecho.
Gracias a tod@s por vuestra visita.