miércoles, 21 de marzo de 2012

La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Platón.


   Amigo Pedro Victor:

   Hace un rato, viniendo hacia casa caminando, mientras me caía un buen aguacero encima, después de un día revelde de frío, nieve, aire, agua, en fin, en un día que no invita mucho a la alegría, me di cuenta que inconscientemente iba silvando el pasodoble torero que tanto nos gusta a los dos: Joselito Bienvenida. Siempre voy silvando, a veces parece que se me ha ido la cabeza por completo, porque además no tarareo canciones del momento ni nada por el estilo, sino zarzuela, pasodobles o música de tuna...

   ¿Te imaginas lo que sería la vida sin música?, ¿se imagina alguien las Fiestas de una localidad sin conciertos de algún grupo puntero?, o una corrida de toros (esas que a mi me entusiasman) sin banda de música, o un ordenador sin altavoces para escuchar tu música favorita mientras trabajas, un viaje en el metro de Madrid sin tu mp4 o tu reproductor para aislarte de lo cotidiano del dia a dia y ¿un vehículo sin radio?.

   Hace algunos años, tantos como 19 comencé a estudiar solfeo para formar parte de la Banda de un pueblo de la zona norte de Madrid, San Agustín del Guadalix, el cual estrenaba su banda con tan sólo 18 componentes. Tras unos meses, mi profesor me dijo que el Ayuntamiento acababa de comprar un trombón de varas, "¿Te gustaría que te lo adjudicasemos?" me preguntó, yo me encogí de hombros y al reunirme con mi padre después de la clase le trasladé la decisión que había tomado mi primer profesor de música, José Maria, del que tengo un recuerdo excelente.

   Mi padre, que cursó en su día estudios en el conservatorio y es un buen trompetista, me dijo que adelante, que era un instrumento idóneo para mi. Hoy en día, cuando cojo el estuche de mi trombón, y camino durante más de diez minutos con el brazo dormido me acuerdo, primero de mi profesor y seguidamente de mi padre...

   Tras tocar en la banda de San Agustín, junto a mi padre toqué en la banda de Alcobendas, la cual tube que dejar por ser incompatibles los dias de ensayo con mi horario de trabajo.

   Mientras formaba parte de la banda de Alcobendas, conocí a la persona junto a la que aparezco en la foto de arriba. Él fue quien me presentó al anterior director de la banda de Munera, Don Tomás Cortijo, el cual me abrió las puertas de la escuela para ensayar junto a todos ellos y tocar en el Festival del Pasodoble que tendría lugar 4 meses más tarde, el último dia de Feria de hace ya varios años, creo que en 2001, ya no lo recuerdo bien. Desde aquel año y aunque ya conocía a muchos componentes de la banda, a unos más que a otros (Esther, Maria Dolores, Ricardo, Pedro Victor por supuesto, al que hoy quiero como si fuera de mi familia al igual que a su mujer y su pequeño), conocí a más y más gente y he comprobado lo que de verdad te depara la cultura musical. Respeto entre compañeros, amistad, juerga sana después de las actuaciones y un largo etc que desemboca en vivencias que sólo nosotros entendemos. Para muestra un botón: ¡Marina Dor! Actuación en Moros y Cristianos por las calles del famoso complejo hotelero ¡menuda juerga!. Eso sí, la banda de un pueblo de 4.500 habitantes, la banda que crea que pueda dejar el listón más alto que acepte el reto y nos diga que 4 marchas hay que ensayar, ¡alli nos vemos, no hay miedo!.

   ¿Que tendrá la música Laia que cuando acerco el teléfono reproduciendo música a la barriga de mamá te vuelves loca?; ya lo decía un pintor francés, Georges Braque: El jarrón da forma al vacío y la música al silencio.

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