Querida Laia:
A pesar de que tu parto fue largo y doloroso para mamá, tenía un aliciente para mi que era los constates viajes que yo hacía desde la sala en la que mamá esperaba el momento de entrada al paritorio hasta la habitación que teníamos asignada. Allí esperaban tus cuatro abuelos a que yo trajese a menudo el parte de novedades, que como no podía ser de otra manera, siempre eran positivas.
Hasta que de una vez por todas, llegamos los tres juntos para dar la novedad definitiva, tu llegada al mundo; pronto hará un año de ésto.
Ayer hija, como todo en nuestro trabajo no puede ser pelearse con el que habla por teléfono mientras transita la M 40, mi compañero y yo decidimos circular por la zona cercana a la sierra madrileña. Pero no éramos conscientes de que a la postre, sería peor el remedio que la enfermedad.
El accidente fue madrugador y a las ocho en punto de la mañana, uno de los dos vehículos invadió el sentido contrario en el kilómetro 14,100 de la M-608 en Soto del Real, llovía y todo compuso una mezcla mortal. El estruendo debió sonar a varios centenares de metros, choque frontal que se saldó con dos varones fallecidos en el acto (de 26 y 30 años) y otro más de 23 herido de carácter grave.
La casualidad quiso que papá y su compañero se encontrasen tomando café en Guadalix, a tan sólo cuatro kilómetros del punto, así que nada más escuchar la incidencia por transmisiones, dejamos el café aún humeante y subimos al coche oficial para intentar llegar lo antes posible, pero ya poco se podía hacer.
Imágenes que poco tienen que ver con las alegrías que tú me das a diario.
Hay ocasiones en la vida Laia en que el fin de nuestros días se imaginan o pueden intuirse; por una enfermedad, porque alguien cuente con casi el centenar de años, pero sin duda este tipo de muertes son las más tristes. Es tan crudo ver un cuerpo destrozado entre hierros y manchas de aceite... y por si fuese poco, la lluvia mojando sus rostros.
En esos momentos sólo piensas que hace tan sólo unas horas, estarían durmiendo en sus camas, habrían apagado el despertador y habrían salido de sus casas, tras despedirse de sus familiares o amigos, para enfrentarse a la vida y ganarse el pan que tan difícil se antoja en la actualidad.
Uno de ellos con uniformidad de repartidor de paquetería, el otro, con prendas de color verde y publicidad de una empresa dedicada a la jardinería. Cómo puede cambiar la vida en décimas de segundo, y ahí si que termina todo hija, los besos, las caricias, los abrazos, los paseos de la mano, los momentos de alterne con los amigos, en definitiva, terminas el libro de tu vida con ese desgraciado punto y final.
En definitiva, durante el transcurso de las diligencias y la limpieza de la calzada, uno de mis jefes me pidió que me dirigiese a uno de los extremos de la calzada para realizar el corte total y desviar los vehículos que pudiesen venir.
Uno está acostumbrado a que la gente proteste y te diga de todo cuando les informas que se tienen que desviar de su itinerario, pero ayer los usuarios, cuando escuchaban de nuestros rostros serios que el corte se debía a un accidente grave, tan sólo asentían y acataba la orden sin rechistar.
Pero ahora viene lo peor hija.
Habíamos informado ya a varias decenas de vehículos, así que no nos sorprendió la llegada de uno más, de color gris ocupado por un hombre y una mujer de unos 25 o 28 años. Pero no eran unos usuarios más, era la esposa de uno de los conductores que había fallecido y un amigo de éste. Ellos querían llegar a toda costa al punto del accidente, porque no sabían el estado de D (inicial del fallecido). Ante el riesgo de que desobedecieran mi orden de permanecer allí hasta que se levantasen los cadáveres, tomé la decisión de retener la llave del vehículo en el que habían llegado.
No es que tu padre sea políglota ni mucho menos, pero por circunstancias que no vienen al caso, me defiendo con el inglés y con el rumano y precisamente ésta era la nacionalidad de D y su mujer S, la cual casi no hablaba ni una palabra de español porque llevaban menos de un año en nuestro país.
Lo que pensaba que sería una mañana tranquila de lunes a la vuelta de las vacaciones, resultó ser un día nefasto, ya que los compañeros de atestados me pidieron que les acompañase a la hora de dar a S la noticia del fallecimiento de su marido por si no comprendía el mensaje, aunque la verdad es que casi no hizo falta traducción, ella inmediatamente abrió su cartera y se puso a besar la foto de la hija de ambos, una niña rubita, preciosa, de tan sólo dos meses de edad... llegó su punto y final.
Retomo el comienzo del post de hoy hija, recuerdo aquellas noticias de aliento a los abuelos, aquellas noticias tranquilizadoras y la definitiva, tu nacimiento. Desde ayer te quiero un poco más si cabe, D marchó de esta vida y estoy convencido de que inundaba a diario de besos a esa pequeña rubia de mofletes redonditos, pero le quedaban muchos aún por dar en su zurrón.
El mio Laia, mi zurrón, después de la vivencia de ayer, está rebosante de abrazos, caricias, besos y achuchones. ¿Dispuesta a recibirlos?, aprovecharé que aún no sabes escapar de mi corriendo para dártelos cuando me apetezca, de momento ahora mismo voy a darte un beso y una caricia a tu cunita, esta vida me demuestra a diario que desgraciadamente mañana puede ser tarde. Te quiero mucho pequeña.
Buenas noches a tod@s.
Antes de despedirme, muchas felicidades Tata, que cumplas muchísimos más y siempre sigas tan guapa. Un beso enorme.
Quisiera ponerte algo esta noche, pero no puedo.
ResponderEliminarSimplemente cogere a mis hijos mañana cuando se levanten y les dare un beso mas grande de lo habitual..........................
Muchisimas gracias Jose . Se me han puesto los pelos como "escarpias". Dale un achuchon mañana a mi niña por mi. Os quiero , un beso. Tu tata.
ResponderEliminarUn abrazo crack Vil.
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