miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿La Navidad?, bien gracias



   No puedo iniciar mi post de hoy sin antes desear a todo aquel o aquella que me lea unas muy Felices Fiestas y me adelanto para desearos lo mejor de lo mejor para el año venidero, el 2013.

   Debe de estar todo el mundo de acuerdo conmigo en una afirmación: la Navidad es maravillosa para el que tiene toda su familia al completo (sin ausencias) y el mínimo de problemas añadidos.

   Me explico; es inevitable en mi trabajo, donde somos más de 150 hombres y mujeres, que al cruzarte con uno o con otro en estas fechas alguien te pregunte por las fiestas navideñas. Lo cierto es que tanto este año como el pasado o el anterior, mi respuesta ha sido la misma. me he limitado a encoger los hombros, hacer un gesto con la boca de indiferencia y contestar un "bien gracias ¿y tú?".

   A mi desde muy pequeño me encantaban las Navidades. Se encendían las luces a su debido tiempo, mi familia estaba al completo, hemos cantado y reído mucho, siempre ha sobrado la comida (gracias a Dios), en definitiva, eran unas fiestas en las que sobraba de todo, incluso regalos al llegar la noche de reyes. Pero todo cambia cuando alguno de los componentes de la familia se ausenta de este mundo para siempre. Entonces la cosa cambia, la alegría se vuelve nostalgia, los villancicos se tornan suspiros de añoranza, y lo que antes era un sentimiento de paz y felicidad al llegar estos dias, ahora es un deseo generalizado porque los días pasen y nos plantemos en el 15 de enero.

   Siempre se ha dicho, que cuando hay niños en las casas se recupera la ilusión, pero claro, Laia de momento es una criatura que a penas empieza a distinguir formas u objetos, ella no es capaz aún de abrir un regalo, por lo tanto, mucho menos es capaz de ojear el catálogo de juguetes para elegir los que le pedirá a los Reyes de Oriente. Quizás el año próximo sea más ilusionante ir a la cabalgata para recoger caramelos y saludar con su manita a los Reyes y pajes.

   De momento, para soltar alguna carcajada, hoy me ha enseñado un compañero una tienda especializada en la venta de petardos, cohetes y fuegos artificiales, tan de moda en la actualidad para cuando llegan las Navidades, así que, para nuestro próximo viaje a Galicia, pienso comprar una batería modelo Toronto. Es una especie de caja que porta unos 50 cohetes aproximadamente, tiene una mecha la cual hay que prender y alejarse; con esto, puedes disponer de un espectáculo privado de pirotecnia en el cielo de aproximadamente un par de minutos. De esa manera al menos, conseguiré tener entretenidos a los sobrinos galleguiños y me contagiaré de sus risas nerviosas o su deseo de jugar juntos.

   Si algo está claro es que no hay nada más bonito que la niñez. Tampoco es que los tiempos que corren sirvan para fomentar el jolgorio y eso que uno tiene un sentido del humor privilegiado...

   Tendré que esperar a que Laia me bombardee con peticiones del Toysrus para recuperar la ilusión navideña.

   Buenas noches a tod@s.

1 comentario:

  1. HOLA Jose todo lo que cuentas es una verdad como un templo , yo me quedo con todos esos años que hemos compartido juntos con los Reyes Magos , primero con tu hermano y contigo , luego con Manuel y Marta. Con el carbon , el agua para los camellos ..... Espero que vuelva esa magia con Laia . Un beso . Tu tata

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