Querida Laia:
Cuando mamá y yo llegamos a vivir a nuestro actual barrio apenas se veían padres empujando carritos de bebé, ahora en cambio, lo que es raro observar es a parejas jóvenes que no lleven biberones en la mano o que no tengan ojeras de las noches en vela.
Esta tarde, cuando estábamos en la piscina, recordaba los baños solitarios que me pegaba yo hace casi tres años, en cambio ahora el pequeño recinto parece un patio de guardería. Esta misma tarde he contabilizado 11 niños, de los cuales 6 érais menores de dos años. Sin duda es una buena señal, y la algazara de vuestras risas unidas a vuestros llantos hacen que la urbanización cobre vida, hasta la gente que asiste a la piscina en soledad suelta alguna carcajada cuando ve a los niños coger el berrinche por no querer cumplir el deseo de los padres de remojar al retoño.
Otra cosa que me ha llamado la atención esta tarde Laia, es que Decathlon debe de hacer una caja inmensa a base de vender esos churros o palos de corcho que tanto ayudan a los niños y niñas a flotar para perder poco a poco la fobia al agua. Incluso Pablo, nuestro vecino, ha hecho que me quedase con la boca abierta cuando me ha pedido que lo metiera al agua junto a mí, ya que el año pasado sin ir más lejos, lo máximo que se acercaba a la piscina era a un metro y medio del bordillo y tumbado boca a bajo para que sus coches de juguete se salpicasen de agua.
Por su parte, Carolina, nuestra minivecinita se ve colmada de valor con sus manguitos de Dora la exploradora y no se lo piensa en cuanto su mamá le quita la ropa, coge carrerilla y salta al agua a los brazos de su padre, con una risa que ilumina por completo su pequeño rostro.
Mamá y yo pretendemos apuntarte pronto a natación, para que tú solita seas la que te armes pronto de valor con un churro de colorines y nos des la oportunidad de estar fresquitos en la piscina los dias en que como hoy, permanecer en el piso se convierte en un suplicio.
Querida pequeña, te contaré hoy que tu tío Manolo heredó de papá un flotador de patito de color azul, del mismo azul que los azulejos de las piscinas. Tenía pintados dos ojos muy grandes y unas pestañas que ya quisiera la Sra. Pataki. Con ese flotador fué con el que yo perdí en primera instancia el miedo al agua, allá por aguas del Mediterráneo, en las playas de Mazarrón. Recuerdo unas vacaciones que pasamos en Murcia, donde nos acompañaron mi jovencísima Tata y su casi casi estrenado noviete, mi actual tío Manolo. Ambos lucían el peinado típico de la época, unos pelos como el herizo ese del anuncio de los seguros Génesis.
Más o menos al año siguiente de aquellas vacaciones yo ya empecé a nadar sueltecillo, por lo que el patito pasó a ser propiedad exclusiva de tu tío. El patito perdía aire por mil sitios y además el jodio tenía una rebaba de plástico que hacía que cuando se lo quitaba, marcara un arañazo en el costado izquierdo. Enseguida comenzó a perder autonomía de inflado y mi padre (tu abuelo) se negaba a tener agujetas en los carrillos de tanto soplar, además, con tu abuela Anita no hacía falta el uso de flotador, ya que ella sólo nos permitía entrar al mar hasta la altura que ella consideraba comprometedora, la rodilla como mucho... Tu abuela Laia, en cuanto alguien le salpique más de la cuenta saca el silbato escondido en el bañador para llamar al socorrista. Pobre, le tiene un miedo...
En fin Laia, que a pesar de que hoy te limitabas a mirar con ojos como platos al agua de la piscina, seguro que se nos pasa el año volando y te tendré dentro de nada en mis brazos dándole a los pies y enseñándote a saltar de cabeza o a hacer bombas para mojar a los cobardes que se sientan en el bordillo más de una hora para luego decir que no se bañan.
Estoy deseando de revivir esos momentos que permanecen en mi memoria con otros intérpretes muy allegados.
Te quiero mucho pequeña.
Estoy de acuerdo con vosotros en cuanto podais Laia al agua a aprender a nadar que no le pase como a su abuela y a su madrina que nosotras el agua en la ducha nada mas . ¡ A ! y lo de los pelos pues no ibamos nosotros chulos ni na jajajajaja . Muchos besos para los tres. Tu tata.
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