Sonó puntual el chupinazo de este año 2012 en el cielo pamplonica a las doce de la mañana. Una hora a la que casi todos los mortales se tomarían ese café con leche para engañar un poco al estómago o una cañita con una tapa pequeña para no perder el hambre del todo, pero en Pamplona hoy era distinto. Al igual que lo que restan de fiestas, son días en los que la mayoría de la gente enganchará la cogorza bien temprano y no la soltará hasta entrada la noche, cuando las piernas y la cabeza no aguanten más, en ese momento habrá que buscar un trozo de césped libre, donde no haya nadie siendo atendido por las ambulancias por el coma etílico, o donde no haya una pareja jugando a los médicos.
Al margen de eso, serán días en los que vayas por donde vayas, todas las calles apestan a vómito y orín. Cantidad de jóvenes y no tan jóvenes de todos los países del mundo visitan Pamplona para conocer esta impresionante y famosa fiesta de los San Fermines. De hecho, en las imágenes de los telediarios o de los encierros se pueden ver chinos con su pañuelito rojo, norteamericanos rubios como las candelas con el atuendo típico de pantalón blanco, camisa blanca y zapatillas deportivas, centro americanos que gritan un ¡viva Colombia! mientras levantan el vaso de calimocho de litro, etc etc etc.
Pero deseo hacer un inciso en lo que a lo taurino se refiere.
Si algo caracteriza a los San Fermines son los encierros. Me vienen a la memoria las imágenes de mi abuela Esperanza y yo, siendo bien pequeño, sentados delante del televisor para ver los encierros. Yo casi todos los veranos por estas fechas ya llevaba varios días de vacaciones en Munera, solía dormir en la misma habitación que mis abuelos, en una cama que está aún hoy colocada perpendicular a los pies de la de ellos. Ya la noche anterior yo le pedía a mi abuela que me despertase para ver los encierros la mañana siguiente, ella madrugaba mucho para dar de comer a las gallinas, barrer la puerta con su escoba artesanal realizada con materia prima del campo, y refrescar la acera con un cubo de agua y la única ayuda de la palma de su mano, parece que la estoy viendo...
Mañana, como cada mañana de encierros, la imagen del Santo Patrón hará el recorrido del encierro en brazos de alguien de la Corporación Municipal hasta llegar a la capilla ubicada hacia la mitad de la Cuesta de Santo Domingo, una calle con un 6 % de desnivel que los toros recorren cuesta arriba por el asfalto desde los corrales. Sonarán los tres cantos típicos de los mozos pidiendo ayuda a San Fermín, es inevitable que en los 825 metros del recorrido haya algún herido, y casualidades de la vida, hay un alto porcentaje de éstos que son extranjeros y están ebrios. El gran problema es que el toro cuando embiste no da avisos previos y alguno de estos foráneos regresan a su país en avión, a gastos pagados en un caja de pino. Ya lo dice el dicho, la risa casi siempre acaba en llanto y con el toro, aún siendo profesional, se ríe uno muy poco.
De hecho, son conocidas en el mundo taurino las hechuras de los toros que los ganaderos reservan para San Fermín, suelen ser toros serios, de importantes pitones, fuertes de kilos y bien entrenados, ya que saben de antemano que tendrán que correr el encierro por lo que son movidos bastante en el campo para que se encuentren en plena forma el día que les toque correr por la calle Estafeta.
Muchos toreros son reacios a torear en la plaza de toros de Pamplona, unos porque alegan que los toros están reventados del encierro y después no valen para la lidia, otros porque dicen que el ambiente de juerga que hay en los tendidos hace imposible estar centrado en el toreo y otros como Enrique Ponce, El Juli, El Cid, Morante, Cayetano, Perera o Talavente, consideran que cobran poco por los derechos de imagen de las corridas televisadas. En fin, que hay para todos los gustos, pero como siempre los que tienen su carrera bien encauzada pueden elegir y el que no entra en este grupo tiene que ponerse delante de lo que le salga por toriles para jugarse la vida y así poder seguir soñando con ser algo en el mundo del toro, ya sea el morlaco negro o colorao, astifino o veleto, manso o bravo, hay que jugársela.
A mi mañana me tocará ver los encierros en el trabajo, esperemos que no haya que lamentar víctimas en este primer encierro de San Fermín 2012.
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