En cantidad de ocasiones, conversando con Marta, hemos tratado la capacidad que tiene la capital de España para estresar, para generar desencanto, para convertir a la persona más calmada en un adicto a los tranquilizantes. Pero a pesar de todo, el día tiene inexcusablemente 24 horas y pueden tardar en pasar más o menos, pero al final acaban por extinguirse.
Llegada la noche, cada uno ansía entrar por la puerta de su hogar, cenar, pegarse una ducha y relajarse en su morada junto a su familia, su mascota o lo que cada cual desee. Pero claro, ahí es cuando entra en acción un colectivo importantísmo y decisivo, los vecinos.
Esta misma tarde, en la piscina, con las pinceladas de unos pocos vecinos (de los que al menos intentan saber vivir en comunidad) hemos descrito el momento en el que ayer pretendíamos conciliar el sueño; en un bloque de 248 viviendas puede suceder de todo, pero la descripción de anoche era la siguiente: los dos perritos de un vecino ladrando sin parar absolutamente toda la noche, una pareja discutía hasta que sobre las tres de la madrugada decidían dormir en camas separadas y agotar la vía oral, un grupo de unos cuatro "vecinos", para esquivar el calor de los pisos decidieron subir a la azotea a tomar el fresco, reír a carcajadas y fumarse sus "petas" hasta que Marta, cual Teniente Coronel Tejero, con una sóla voz les hizo mudarse de ubicación para que siguiesen su cachondeo en otro lugar, etc, etc.
Es decir, que a veces, a pesar de que Marta me afirma que le daría miedo vivir en el campo, en una casa individual que no tuviese cercanía de vecinos, podría obtener una respuesta completamente diferente si la conversación se iniciase en esta urbanización en la que deambulan más de un ser de cuatro patas, con una silueta parecida al animal de la foto de hoy, si bien es cierto que "Manuela" (como se llama la burrita de mi hermano) duplica y triplica en nobleza a más de uno de mis "vecinos".
Todo es cuestión de seguir echando la primitiva y esperar con ganas ese cupón extra del mes de agosto; con que tocase un pellizco para extinguir la hipoteca nos conformaríamos, pero si nos salpicasen algunos eurillos más intentaríamos allanar el camino de Laia lo máximo posible, ayudar a los nuestros y en definitiva, huir de Madrid, que a pesar de ser la capital de España, si lo comparásemos con la tierra donde Marta o mi madre nacieron, no tendría las de ganar, en absoluto.
Mientras llega el resultado de la primitiva o el cuponazo habrá que seguir conciliando el sueño en nuestra cama con las ventanas abiertas para intentar paliar el calor; rezaremos para que los perros hayan cenado bien, la parejita se haya reconciliado y los fumadores de "petas" hayan agotado su presupuesto dedicado a la devoción...
Cariño por aqui dicen:
ResponderEliminarQuien tiene cama y duerme en el suelo no merece duelo.
Vosotros teneis en Buitrago del Lozoya una casa sin hipoteca por que es la mia,en un paraje supertranquilo, rodeado de casas para que a Marta no le de miedo, pegadito al rio para que Laia duerma fresquita, con toda las comodidades. Solo tienes que levantar el telefono y decir tia me voy y yo estare en la puerta para darte las llaves y que podais pasar unos dias relajados y tranquilos antes de que Marta vuelva al trabajo.
¿Cuando me vas a llamar?.Os quiero. Buitrago