martes, 5 de marzo de 2013

Bendita sillita



   Querida Laia:

   He de admitir que llego a veces a casi casi perder los nervios, cuando intento introducirte en tu sillita y tú me montas el circo habitual por varios motivos, entre los que destacan: el cansancio al final de la jornada, el desánimo que te produce separarte de los abuelos o de mamá y venir conmigo, la incomodidad de los pliegues o arrugas del abrigo o simplemente que prefieres estar jugando a Fernando Alonso con tu tacatá por toda la casa.

   Dicho esto, tengo que reconocerte que hoy, cariño, me he acordado especialmente de ti.

   Desde que obtuve la especialidad que me hace estar en mi servicio diario dedicado a otros menesteres, he atendido un número bastante reducido de accidentes de circulación. Hoy, debido a las inclemencias meteorológicas, la mayoría de los compañeros estaban ocupados en lo que mejor sabemos hacer nosotros, el auxilio y la ayuda en carretera, función fundamental para la que se creó la Agrupación de Tráfico.

   Pues bien, en un momento de caos, en el que no paraban de sonar los mensajes de alerta por las transmisiones, la central pedía un equipo para asistir a un accidente en un punto cercano al que yo me encontraba. Como bien sabrás cuando seas un poquito más mayor, si algo no le hace falta a tu padre es que le animen para trabajar, así que ni corto ni perezoso y una vez puesto de acuerdo con el compañero, nos dirigimos al punto del accidente.

   Siempre te llevo en mi corazón, desde que llegaste a nuestras vidas te tengo presente a cada instante pero hoy hija experimenté un flash que provocó un escalofrío inmenso y la automática congelación de la sangre que llenaba mis venas y arterias.

   Fue inevitable que entre el caos de ambulancias, atasco, grúas y curiosos, mi atención se centrase en una sillita de bebé vacía, en una luna delantera destrozada, en un airbag saltado... 

   Antes de tomar datos y antes de hacer cualquier otra cosa intrascendental, siempre suele preguntarse por el estado de los accidentados y el número de ocupantes de los vehículos. Pero hoy esa pregunta fué mucho más temprana y más concisa: "¿ocupaba esta silla un bebé?", gracias a Dios la respuesta era positiva, sí iba ocupada, pero la criatura estaba ilesa.

   Con posterioridad y cuando ya estaba algo más calmada la situación, pude tomar manifestación al padre de la niña. Tras darnos un apretón sincero de manos, el hombre me hizo una pregunta que ya de antemano tenía una respuesta afirmativa, me pidió permiso para poder introducir a la niña en nuestro coche oficial hasta la llegada de la grúa.

   Hay conceptos en nuestro trabajo Laia que nunca se nos podrán olvidar, por muchos años que pasen, a mi jamás se me olvidará la imagen de Mencía (como se llama la niña), en su illita colocada dentro del coche oficial mirando con sus dos ojitos mi polo amarillo fluorescente. Mencía a pesar de sus cortos seis meses de edad, era conocedora del nerviosismo y cuando su padre se dirigió a coger sus efectos personales al amasijo de chapa retorcida, estalló a llorar amargamente, pero como uno está plenamente en forma en eso de mecer la cuna, pude calmarla e incluso medio dormirla a base de chitarle y acunar su sillita.

   Que curioso Laia, ¿por qué motivo no saldrán todas estas imágenes cuando se habla de la Guardia Civil de tráfico?, imagino que será "mejor" sembrar el miedo a los de verde o amarillo y su poder con un bic entre los dedos.

   En definitiva cariño, imagino que esta noche sus papás habrán dormido a Mencía en sus brazos con la inmensa satisfacción de que el dinero invertido en la sillita de seguridad dio sus frutos. Así que ya sabes, debes dejar los pucheros y los llantos para cuando seas algo mayor, para que mamá te compre muchas chuches o para que te deje un ratito más en el parque.

   Sin duda la experiencia de hoy me hace quererte un poco más aún si cabe. Que descanses y sueñes con los angelitos pequeña. 

   Buenas noches a tod@s.

1 comentario:

  1. Que pasa, que tirando de boli no se salvan vidas o que! El problema es que algunas veces pagan justos por pecadores, y si a eso le sumamos que siempre queda algun cabron a fin de mes que no ha cubierto las estadisticas porque ha estado en otros menesteres..............................................................., pues claro algun pobre camionero termina pagando los platos rotos

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