Querida Laia:
Esta tarde, de camino al curso de fotografía, comenzó a llover, era esa lluvia fina pero intensa que es capaz de ponerte como una sopa en un trayecto de a penas cien metros. Algo más era lo que distaba donde he aparcado el coche del bar donde solemos tomar café varios compañeros antes de entrar a clase para evitar los bostezos que hacen que el profesor clave la mirada en tu frente.
Justo antes de llegar al bar, me reía al ver a un niño de unos cuatro o cinco años, que agarrado de la mano de una señora de unos cincuenta años más que andar volaba, la señora tiraba de él con fuerza para cruzar el paso de cebra rápido y evitar la lluvia. A la vez que me era imposible evitar la sonrisa me venía a la cabeza el mismo asunto que habitualmente me embarga, la fugacidad de la vida.
Mucho amigos y amigas de las redes sociales han comentado una foto que puse el pasado sábado. En ella, posábamos sonrientes tu abuelo Jose Manuel y yo. Los dos aparecemos de uniforme de diario, o "de bonito" como vulgarmente se suele denominar a ese tipo de uniformidad, con tricornio incluido, por cierto, que a pesar de que hay personas a las que la citada prenda de cabeza no les gusta, a ti parecía entusiasmarte cuando te tapabas con él la cara y salías corriendo con el tacatá por toda la casa.
Pues querida pequeña, el acto al que papá y el abuelo asistieron no era otro que una misa con posterior procesión; la amistad que une al Párroco de esa iglesia con el abuelo hace que año tras año asistamos a ese acto en el que se pretende benerar la imagen de un Cristo originario de Málaga, estrechamente relacionado con el Cuerpo de la Guardia Civil, por cierto, el año pasado recuerdo que el día de la celebración ya contábamos los días que faltaban para tu llegada al mundo.
Este año, por el poder de convicción y llamamiento del citado religioso y por la ayuda del abuelo en la organización, los asistentes de uniforme duplicábamos los del año anterior. Como en todo acto de este tipo había varios jefes militares, varias autoridades civiles y cantidad de vecinos, por lo que yo decidí ocupar un puesto más bien trasero y mantenerme allí bastante "tapado", como se diría en el argot taurino.
La celebración tengo que admitir que más bien fue larga, pero hasta me vino bien para repasar un aspecto que tenía ganas hoy de comentarte. Durante el tiempo que papá ha vivido en casa de los abuelos, han sido al menos dos ocasiones las que el abuelo tuvo que llenar la mesa del comedor de libros para adquirir una serie de conocimientos y afrontar sendas oposiciones. Tanto para su oposición de Suboficial como para la de Oficial despejó la mesa de marcos y fotografías para "adornar" la estancia con el código penal y multitud de unos libros que contenían legislación y más legislación, unos libros verdes, encuadernados por la imprenta de la Guardia Civil, con unas tapas duras de plástico y dos anillas para archivar las hojas, tamaño cuartilla la mayoría.
Entre la abuela y los juguetes, yo pasaba el mayor tiempo posible entretenido para no molestar al abuelo, que todo sea dicho, tenía una fuerza de voluntad inmensa y siempre estaba preparado para jugarlo todo a una carta y ganar sin miedo, debido a su concienzuda preparación, incluida las pruebas físicas, porque a saber los pares de zapatillas que lleva gastados ese hombre...
Pues todo ese recuerdo se me venía a la mente en la misa del otro día Laia, ¿sabes por qué?, porque éramos muchos Guardias Civiles, pero sólo había uno que ganaba en graduación a todos, tu abuelo, mi padre, porque había uno que lucía impoluto su uniforme y su tricornio con un pecho lleno de medallas, tu abuelo, mi padre, porque sin saber muchos de aquellos que aquel Oficial era mi padre, me comentaban admirados lo "simpático y amable que era aquel Capitán", ¿sabes qué Capitán?, tu abuelo, mi padre. Siempre ha sido un espejo ideal en el que buscar semejanza, es una pena, una verdadera pena que no fluyan actualmente las circunstancias más idóneas para que yo algún día me vea con unas estrellas de ocho puntas como se va a ver el abuelo en sus hombreras muy pronto, pero ¿sabes una cosa pequeña?, que no sé que me va a dar más alegría si soñarme a mi de Oficial o el día que le vea de nuevo vestido "de bonito" con su nuevo empleo.
Sólo espero, que alcance yo el empleo que llegue a alcanzar y que cuando algún día me mires de arriba a abajo como yo al abuelo el otro día, te sientas al menos la mitad de orgullosa que yo me siento de ese casi Comandante, lucho a diario porque así sea. Buenas noches pequeña, que sueñes con cosas preciosas.
No se las puntas de estrellas que vas a sumar al final de tu carrera en la Benemerita, pero lo que si se es que cuando sumes al final de tu vida las estrellas y galones que vas a acumular en esas otras disciplinas de la vida que con tanta pasion practicas, mas de un General tendra que cuadrarse ante ti, y tu hija te aseguro que estara igualmente orgullosa que tu de tu padre.
ResponderEliminarP.D. No hace falta que lo leas y releas, no hay ningun matiz sarcastico en el comentario. Que uno tambien sabe ponerse serio, aunque no te acostumbres demasiado a esto, porque en el momento en que el post se preste a ello, ya sabes que tirare de coñas, que demasiado endemoniada esta la vida como para no permitirse unas risas.
Querido hijo:
ResponderEliminarNo te quepa la menor duda de que Laia, según vaya creciendo, se sentirá orgullosísima de sus padres, siempre lo primero, porque tanto Marta como tu, gozáis de unos valores y unos principios idóneos para educar a la niña más bonita que hemos conocido.
Yo he tenido una inmensa suerte por varios motivos, pero en pocas palabras se puede resumir:
1º Tener unos padres enormemente magníficos, que me supieron educar amando los valores y principios tradicionales, y aconsejarme y apoyarme en los momentos claves, con lo cual el camino duro de la vida ha sido más fácil.
2º Tener a mi lado a una excelente mujer, tu madre, heroína donde las haya, siempre al timón de manera inmejorable del buque familiar. Sin ella sabes bien que hubise sido imposible que alcanzaramos los logros por todos obtenidos. Con el mayor homenaje no pagariamos ni el 5 por ciento del premio que merece.
3º LLegar a nuestras vidas los dos hijos, tu hermano y tu, piezas fudamentales en la maquinaria que hemos construido en, como tu dices, esta fugaz vida.
Cada día que pasa estamos más convencidos de que el trabajo ha sido bueno, los dos sois unas inmejorables personas, queridas, respetadas, solidarias, afables, humanas y un largo etc., difícil de enumerar.
4º Todo,ha sido logrado con honestidad, humildad, esfuerzo, sacrificio y la pizca de suerte necesaria. Lástima que la fugacidad de la vida y las continuas jornadas laborales, no me haya permitido disfrutar más de vosotros años atrás.
Si Dios quiere pronto llegará el ascenso que mencionas, este será una alegría para todos, para los que estamos y para aquellos que nos abandonaron, pero que desde la paz del cielo también se sentirán orgullosos, unos por el buen trabajo hecho y otros porque se sentirán satisfechos de nuestra alegría. Toca disfrutar, al igual que hay que levantarse cuando toca afrontar los duros momentos que el día a día nos tiene guardado.
Un beso para todos. Os quiero.
Mi sobrino y mi cuñado son fantasticos, especiales y un largo etc. Os quiero un monton. Un beso.La Roda
ResponderEliminar