lunes, 18 de marzo de 2013

Soluciones domésticas de ayer y hoy




   El cuarto tropezón en lo que va de dia, además de hacerme reír, me ha animado a adelantar el blog unas pocas horas.

   No sólo es Don Juan Carlos el que pega el tropiezo y ahora compruebo que tampoco es mi madre la única que usaba los remedios caseros más usuales.

   Hace ya algunos meses le dedicaba un post a mi hija en el que con toda franqueza, le reconocía lo mucho que me molestaba a mi cuando era pequeño y mi madre se mojaba el dedo pulgar con su saliva para limpiarme alguna mancha en el rostro o una inesperada legaña, cosa que siempre sucedía en la fila de entrada al colegio, donde todos mis compañeros de clase me veían. De la misma forma espontánea que mi madre lo hacía, aquel día que le dediqué el post a Laia lo hice yo con ella.

   Estoy convencido de que cuando mis lectores hayan terminado el post de hoy, mostrarán una sonrisa en su rostro y reconocerán que algo parecido les pasó en su infancia o incluso en su madurez, como también me ha sucedido a mi.

   Si algo no faltaba nunca en casa de mis padres era el frasquito de pegamento rápido, el famoso imedio o super glú, era muy socorrido para arreglar la figura de porcelana hecha añicos por un balonazo descontrolado, pero también era muy útil para dar una solución momentánea (de no más de quince dias) a esos zapatos que expresaban su "alegría" con una sonrisa a modo de separación de la suela... Tampoco quiero decir con ésto que jamás me hayan negado mis padres unos zapatos nuevos.

   Pues bien, del mismo modo, en mi casa tampoco suele faltar el pegamento rápido y en la mañana de ayer me dispuse a solucionar un pequeño desarreglo en mis zapatillas de estar por casa. Al principio se me hizo complicado, al disponer el pegamento actual de un pincel que me hacía tardar un mundo en pegar la zapatilla, por lo que decidí volcar el frasco de plástico y hacer caer el pegamento más rápidamente. Una vez que extendí el pegamento, introduje el pie en la zapatilla con la intención de hacer fuerza, pisar en su interior y que de esa forma se pegase al completo.

   Comienza la odisea, tuve que sacar el pie a una velocidad de vértigo, primero casi se me queda el dedo pulgar pegado a la zapatilla, y segundo, se ve que el pegamento a granel hizo alguna reacción con la suela plástica de la zapatilla y aquello alcanzó una temperatura que me hizo coger el calzado de la punta y prepararme para un posible incendio doméstico. Ya me imaginaba tirando la zapatilla al inodoro o metiéndola en la ducha y regándola con la alcachofa. Afortunadamente, pude quitar de mi dedo el pegamento indeseado y la zapatilla no ardió. Encima hice tan mal el remedio que hoy ya está despegada y casi me mato en dos ocasiones.

   Inevitablemente me ha venido a la cabeza otro remedio de mi querida madre. Cuando yo contaba con unos nueve o diez años de edad, tenía unos pantalones azules de pana monísimos, pero cierta mañana, al ir al baño, me cargué la cremallera, no se que hice, el caso es que la subía, pero se bajaba sóla. Ahí estaba mi madre como siempre para darme una solución, me ató a la cremallera un hilo que tras subirla me enrollaba al botón, así era imposible ir mostrando a todo el mundo los calzoncillos de naves espaciales.

    La incidencia surgió cuando por la tarde noche, en clases de refuerzo de inglés, me aguanté el ir al baño hasta el máximo de mis posibilidades; cuando mis retinas mandaron la imágen del water al cerebro se me empezó a poner la piel de gallina y mi vejiga se empeñaba en soltar pronto el sobrante. El problema, que no me acordaba del cordel de quince centímetros enrollado en mi botón, casi casi fue peor el remedio que la enfermedad, aunque salí victorioso del asalto me las vi muy pero que muy mal...

   En definitiva, remedios de ayer y hoy; estoy convencido de que más de uno lo habrá vivido en sus carnes ¿o no?.

   Queridos amig@s, mi blog mañana cumple un año, así que espero que nadie se lo pierda, ya que lo escribiré de la misma forma que lo comencé, dedicando una carta a mi añorado y desaparecido abuelo Pepe en el día de su santo.

   Buenas tardes a tod@s.

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