A veces no tengo más remedio que reconocer lo que tantas veces me afirma mi amigo Salva, no se de dónde saco el tiempo para hacer tantas cosas a la vez, pero lo que si es verdad es que en ocasiones no hay manera de alargar las 24 horas del día más de lo que ya lo hago habitualmente.
Prueba de ello es mi ausencia en mi blog al menos dos días de la presente semana, pero es que al traer de un tentadero más de ochocientas fotografías se firma al unísono un contrato de retoque con Photoshop de unas decenas de horas. ¡Y vaya tentadero!. Ya me dijo el ganadero uno de los primeros días que asistí a la finca: "Jose, aquí verás de todo, muletazos de veinte duros y de veinte mil duros, por eso el autor de los pases de veinte mil duros se encuentra donde se encuentra", evidente, al ver a ese pedazo de torero como es Enrique Ponce en la plaza, resonaron en mi cabeza aquellas inteligentes palabras del ganadero.
Un hombre de 23 años de alternativa, con esa fortaleza física, con esa capacidad para pegar tres zancadas hacia atrás y cruzar de lado a lado la plaza de tientas, de unos 34 metros de diámetro. En fin, aún me dura la borrachera de toreo.
Por si los tentaderos y el retoque de fotos fuese poco, Diego Cervera me propone asistir nuevamente a la Cope, para participar en una tertulia en la que se debatieron los carteles taurinos de Sevilla y donde pude conocer a un torero que, si bien es cierto que no ocupa el lugar de un figura del toreo, bien podía hacerlo desde hace tiempo, y más aún si tenemos en cuenta que un toro le asestó una cornada horrible en el bajo vientre el 15 de agosto del año pasado en la plaza de toros de las Ventas que casi le costó la vida. Una cornada que no fue por casualidad, sino por jugársela, por arriesgar sobremanera en la plaza que lo da y lo quita todo, con un toro que le avisó en varias ocasiones y que lo que se merecía era un espadazo al poco de comenzar la faena.
Pero si hay algo que ha terminado de rematar la ajetreada semana es la otitis diagnosticada a Laia hace tan sólo unas ocho horas.
Mi querida Laia, pensaba que tu alboroto la pasada noche no era más que otra de esas excursiones noctámbulas que te pegas por tu cuna y que siempre culmina en los brazos de mamá. Estaba confundido corazón. La pediatra reconoció que tus llantos y tu alboroto estaban perfectamente justificados al tener tu oído izquierdo como un auténtico tomate. No te he visto nunca llorar como hoy, con los ojos entreabiertos, mirando fijamente a los míos como pidiéndome ayuda, cosa que no hace otra cosa que acrecentar mi impotencia.
Está claro que en esos momentos el abrazo de tu madre te calmaría veinte veces más rápido que el mío, pero ella tenía que trabajar, así que espero haber estado a la altura de las circunstancias, como lo espero día a día. Si en algo no realizo una faena de dos orejas no será por falta de interés, pero tengo que echarme algún clavel yo sólo, tampoco creo que sea el padre más torpe del mundo ¿verdad hija?.
De momento ya tengo apuntadas todas las horas a las que te he dado los medicamentos y a las que te tocan las próximas tomas, porque vaya ensalada: jarabe, paracetamol, antibiótico...
Pues eso hija, las carnes abiertas cada vez que te veo llorar, con lo acostumbrado que me tienes a ver tus dientecillos riéndote...
Te quiero mucho, que sueñes con los angelitos y tu recuperación sea pronta.
Buenas noches a tod@s y buen fin de semana.
Espero y deseo que se recupere mi niña lo antes posible, lo peor que le puede pasar a unos padres es ver sufrir a sus hijos , pero bueno la otitis es algo" normal" pero muy doloroso , pobre Laia. estoy segura que has estado a la altura lo que pasa que cuando estan malicos hay veces que no sabes que hacerles, muchos besos.
ResponderEliminarEs normal que te pongas nervioso viendola llorar, Ainara ha estado una semana con fiebre gracias a Dios que esta bien pero es una pena verlos malos, que se mejore un beso
ResponderEliminarYo no es que lleve la agenda tan agetreada como el autor del blog pero tampoco me quedo cojo. De hecho en las ultimas horas ha habido que hacer un alto en el camino de la rutina para asistir a un par de eventos de ocio que si los deja uno pasar parece que no hace nada en la vida. Por cierto, entre evento y evento aun me dio tiempo a visitar a un buen amigo.
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