Querida Laia:
Justamente hace una año, mientras que papá tocaba con la Banda de Música de Munera en Marina D'Or, tu embarazo hizo que mamá sufriese un doloroso cólico y por consiguiente, tuvo que ser ingresada en el Hospital de Albacete. Aquella tarde, al terminar de tocar y antes de quitarme el uniforme intenté localizar a mamá telefónicamente para que me confirmase que se encontraba bien, pero al no obtener respuesta me supuse que algo no iba bien. Mis suposiciones eran correctas, y al instante tu abuela Ana (mi madre), me explicó lo que había pasado e intentó calmarme y quitarme de la cabeza la idea de cambiar mis planes para volver a Albacete.
En aquellos momentos, y tras colgar el teléfono, fueron precisamente los que aparecen en la fotografía de arriba (y algún otro que no aparece como Luis Arenas, el conductor del camión que nos transporta los instrumentos) los que me apoyaron y calmaron, me prestaron todo su apoyo e hicieron que en la distancia, y aunque yo no sufriera dolor físico como mamá, el trago pasase de una manera más llevadera.
Gracias a Dios, todo fué bien y sólo se trataba de un sustillo en el que la peor parte la llevó mamá.
Aquel gesto de cariño de los compañer@s de la banda, hizo que les cogiese más afecto aún. Era mi primera experiencia en la que viajaba a una distancia considerable de Munera y en la que compartiría con ell@s momentos, experiencias, mesa, incluso apartamento con lo que hasta aquel entonces consideraba eso, compañeros y compañeros de la banda.
Pero mi intención Laia será que tú también vivas las sensaciones que la música te aporta. Tu abuelo Jose me inculcó a mi esta "droga", desde el primer día que le escuché tocar la trompeta en su habitación. Yo hacía mis deberes en mi cuarto y los platos que colgaban de las paredes del pasillo vibraban al sonar las notas de la trompeta, lo que hacía que mi atención se distrajese a cada instante. Me decanté por aprender solfeo, elegí el trombón como instrumento (cada día me gusta más), toqué en la Banda de Alcobendas, también tuve buenos compañeros, pero no era igual Laia.
Este año, volvimos a ser invitados a Marina D'Or. Nos invitan para amenizar la fiesta de Moros y Cristianos.
La sensación era rara. Llovió, no hizo buen tiempo, cambió el itinerario, estábamos nerviosos por querer dejar a la altura del cielo el pabellón de nuestro pueblo. Al principio es cierto que arrancamos fríos y hubo ciertos errores de medida, pero Laia, cuando corazones jóvenes laten al unísono y los cimientos son fuertes, no hay rival. Tardaron en llegar las primeras palmas del público pero llegaron, se encendió la mecha. Es el ambiente que se respira en la actualidad en este grupo de amig@s; lejos quedó la palabra compañeros. Cierto es que cada uno es de su padre y de su madre, pero yo creo que las buenas intenciones abundan sobre las malas.
Laia, me hubiese gustado que tuvieras ya la suficiente consciencia como para que vieses a esos setenta músicos, contando bajito al unísono los compases de espera antes del inicio de las marchas moras y cristianas para que no apareciese el nerviosismo y como consecuencia el error. Para que hubieses visto crecerse a esos jóvenes, a esos niños que son casi tan grandes como la corbata de nuestro uniforme para deleitar a los mayores que estos días residían en el complejo hotelero. Hasta el punto de que a todos nos llegaba alguien, hablando en valenciano o catalán, para preguntarnos de dónde procedíamos, al contestar que de Albacete, levantaban las cejas sorprendidos para posteriormente felicitarnos por nuestro sonido y nuestro esfuerzo.
Siempre hay tiempo para el jolgorio y el relax. Hemos reido, hemos compartido apartamentos e incluso hemos llenado la pista de algún pub, desde el director, hasta el más joven de todos.
¿Como es posible que alguien crea que tras casi cinco horas de viaje, un autocar lleno de chicos y chicas tarareen a coro canciones de Antonio Molina? O quién sino amigos, me ayudarían a posar para una foto de un concurso con el cuerpo molido de un largo viaje en autobús... Me encanta mi banda Laia, debes aprender música y coger mi testigo, ojalá llegue el día en el que la Banda de Munera te recoja en nuestra casa un día de Feria y que ese día la misma sabia ilusionada inunde los instrumentos que defienden el nombre de Munera con acordes que llegan hasta el cielo. Ese día, si llega, me emocionaré hasta quedar sin lágrimas, seguro.
Chic@s, lo he pasado genial, como siempre, gracias de corazón, sigamos haciendo grande nuestra asociación.
ese escenario me suena, pero que bien os lo pasais da gusto veros. Un beso desde La Roda
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