jueves, 1 de noviembre de 2012

Una noche de Halloween más real de lo deseado



    Debéis de ser tod@s conocedores hoy de la horrible noticia de la muerte de tres chicas en una macro "fiesta" de Halloween en el recinto Madrid Arena de la Casa de Campo de la capital.

   Parto de la premisa de la libre expresión, de la libre opinión a cerca de todos los temas que trato en mi blog. Es por ello por lo que escribía anteriormente la palabra fiesta entre comillas. Desde nunca he considerado la noche de Halloween como una fiesta, de hecho es que existen innumerables tradiciones y vocablos procedentes del continente americano que yo no considero como mías. O ¿acaso al llegar Abril alguien ha visto un norteamericano ir a trabajar con cirio y capitore?, ni he visto nunca un canadiense pasear por un parque con montera y capote o vestido con bata de cola...

   Insisto, habrá quien disfrute disfrazándose la noche que antecede al día de los difuntos, de hecho anoche cuando llegaba de trabajar, me crucé con dos vecinos en el garaje vestidos con túnica negra y la cara pintada de blanco que me dieron un susto del copón, entre que había poca luz y que yo venía deseando de llegar a casa por poco me paran el corazón en seco, si llego a ir armado ¡los frío a tiros!.

   Laia recibirá unos valores muy similares a los que tanto Marta como yo hemos recibido en nuestras casas de pequeñitos, si bien es cierto que una vez que ella asista al colegio seguro que para estas fechas la harán disfrazarse, bueno, habrá que hacerlo.

   El único recuerdo que yo tengo de mi infancia relativo al día de los difuntos es el de ir al cementerio puntualmente para poner flores a mis bis abuelos y ver los puestos de flores regentados por matrimonios de etnia gitana trabajando a destajo, vendiendo gladiolos, claveles y margaritas al ritmo de una locomotora.

   Es cierto que a mi los disfraces no me han llamado nunca la atención. Quizás los aborrecí aquella tarde fría en la que mi abuela Alejandrina se empeñó en disfrazarnos de chica a mi hermano y a mi para asistir al entierro de la sardina aquí en Alcobendas. Yo tendría unos once años, por lo tanto mi hermano tenía cinco. Lógico, con cinco años mi hermano no se oponía a nada, pero la verdad es que a mí me hizo poca gracia pasearme por Alcobendas con una pamela roja, unos zapatos de tacón dos números más grandes, una minifalda negra, un pañuelo estampado, una peluca que olía a naftalina que tiraba para atrás y maquillado cual señorita de compañía.

   Mi hermano por el contrario iba vestido con el traje de comunión de mi tía Paqui y caminaba siempre de la mano de una vecina de mi abuela, Mari Carmen, la cual iba auténticamente vestida como Lina Morgan en sus parodias.

   No he pasado más vergüenza en mi vida pero a pesar de todo, mi abuela se empeñaba en hacerme ver que el show consistía en que yo tenía que imitar el llanto de una viuda a voces cuando ardiese la sardina de cartón en la hoguera... joder que trago!. Y encima, de vuelta a casa, me crucé entre la multitud con un casi octogenario que me dio una palmada en el culo, manda, manda...

   En fin, bromas a parte, triste el día de hoy. Sólo queda rezar para que Dios ayude a esas familias que deben de estar pasando el peor de los momentos. Ahora es el turno de la policía, veremos cual es el final de todo.

   Buenas noches a tod@s.

2 comentarios:

  1. Llevas razon Jose , dia triste el de hoy y mucho miedo por los que tenemos hijos, solo decir que Dios reparta suerte. Pero lo que cuentas de la pamela roja tuvo que ser divertido os imagino a los dos jajajajajajaja ,que guapisima tenias que ir jajajaja. Un beso grandote para los tres. La tata.

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  2. Llevas mucha razón es un día triste, haber que dice la policía porque el que salio ayer del ayuntamiento fue patético.

    Eso por un lado y por otro te imagino vestido de mujer y no veas como me he reído, un beso

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