No pude resistirme ayer a la proposición de mi amigo y vecino Raúl, cuando a través de mensaje en mi teléfono móvil me ofrecía comprar cinco kilos de mandarinas a muy bajo precio, él al parecer sabía dónde adquirirlas y tenía la certeza de que eran de calidad.
Es una de mis piezas de fruta preferidas y la verdad es que uno se levanta a las 05:45 todas las mañanas y toma un triste cola cao (encima bajo en calorías) sobre las 7:00, pues claro, al llegar a las 10:30 u 11 pasa lo que pasa, que tengo la tripa pegada a la espalda del hambre que tengo, así que pelar un par de mandarinas en alguna carretera secundaria, para que no te vean rumiar los usuarios y que el estómago reciba los sabrosos gajos, no tiene precio.
El caso es que acaba de venir mi vecino a casa y casi sin decir ni hola, me traspasó la bolsa llena de mandarinas añadiendo que me las regalaba; no me ha dado ni tiempo a darle el dinero, si bien es cierto que se lo he ofrecido verbalmente, pero no me ha dejado (aprovecho, gracias otra vez Raúl).
Esta secuencia que parece tan cotidiana me ha traído a la cabeza un rito que se repite casi casi todos los años, ¡qué narices!, todos:
La verdad es que tanto Marta como yo somos muy dicharacheros, comunicativos y amigables, con lo que tenemos conocidos gracias a Dios por todas partes. Al margen de tanta amistad repartida, la mayoría de mis amigos de la niñez y mi familia materna se encuentran en Munera (Albacete), y la de Marta en Salceda (Pontevedra). Hasta ahí todo normal ¿verdad?. De acuerdo, pero ¿qué es lo que pasa?, que en tan sólo cuatro días estrenamos el último mes del año, ¿y qué sucede el día 22 de diciembre?, sorteo extraordinario de Navidad.
¿Qué hay famoso en la Puerta del Sol madrileña relacionado con la lotería de Navidad? Doña Manolita. Ahora viene la madre del cordero, fulanito "Tio traeme un par de décimos de lotería de Madrid", vale, "¿te importa traerme tres décimos de lotería de Madrid?", eee no, no me importa vale, "Jose, que dice mi cuñado que si puedes traernos cinco décimos iguales de Madrid", si hombre sin pegas... Vamos a sumar: tres y dos son cinco más cinco diez, más el que tengo que comprar yo para mi, porque si encima de que les compro no me toca a mi, me ahorco.
Cuando ya has comprado la lotería y estas a punto de ir al pueblo surge el/la rezagad@. "Oye que si compras lotería de Madrid que yo quiero dos décimos, cuando vengas te los pago", jajajajajaja. Esa es la coletilla: "cuando te vea te los pago" y un añadido "no te preocupes", claro, ya estoy obligado a comprar otro décimo del número del rezagado, no vaya a ser que... Como decía el Sr. Bono, manda, manda.
Se ve que alguno piensa que como el Banco de España no dista mucho de la Plaza Mayor, me llenan los bolsillos antes de hacer la cola de dos o tres horas en Doña Manolita, es más, nunca soy yo el que hago la cola, es la pobre de mi mujer la que lo aguanta.
Por todo lo expuesto, hace dos años recito muy a menudo el título del post de hoy, que tome nota quien no lo conozca, y siempre se recita con la mano abierta y la palma orientada hacia el cielo: "Si quieres que te cante, la gallina por delante". A buen entendedor...
Vale, me he quedado con la copla.
ResponderEliminarMandame la pasta primero y entonces empezare a hacerte los 19 toros.
oye, que es broma, que tu eres capaz.
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