jueves, 8 de noviembre de 2012

Navidades precipitadas



   No es que hayamos tenido mucho tiempo para charlar esta mañana mi compañero y yo, la verdad, pero siempre hay un rato para sacar algún hilo de conversación y distraer un poco la mente.

   Lo cierto es que si el tráfico matutino en Madrid, ya de por si es caótico, la incesante lluvia ha hecho que todas las carreteras de la zona norte fuesen un carrusel de accidentes de circulación, aunque afortunadamente no hubo ninguno con víctimas graves.

   Una estrella navideña colgada en las inmediaciones de un centro comercial fue el pistoletazo de salida a nuestro debate en el día de hoy.

   ¿¿¿Cómo es posible que se comiencen a colocar los adornos navideños a primeros del mes de noviembre???. Seguro que la inmensa mayoría compartís mi opinión, cada vez se destruye un poquito más ese sentimiento nostálgico de la Navidad por la prontitud con la que llegan a nuestros sentidos. Televisión, radio, iluminación...

   Yo, que me considero muy pero que muy joven, recuerdo que cuando era tan sólo un niño los anuncios de juguetes y perfumes llegaban a nuestras pantallas cuando ya el mes de diciembre estaba muy avanzado. Ahora, desde casi la finalización del verano, Loewe, Carolina Herrera, e innumerables marcas de juguetes y fragancias ocupan los tiempos muertos de películas y series.

   En mi recuerdo de niño se marcaron dos momentos cruciales en los que se anunciaba a los cuatro vientos que había llegado la Navidad, que los Reyes estaban cerca y era tiempo de zambomba, pandereta y polvorón.

   El primero de ellos era el día del sorteo de la lotería de Navidad, el día 22 de diciembre. Cuando las ondas de radio y televisión se encargaban de expandir las voces de las niñas y niños de la americana azul marino y pantalón o falda gris, se hacía más palpable la llegada de la Navidad, se mascaba la nostalgia, llegabas a lucir con alegría las manoplas y bufandas de esa típica lana que picaba como un demonio. O incluso, te agradaba ponerte ese gorro de lana que tan sólo dejaba a la vista los ojos y la puntita de la nariz, ese maldito gorro que al cubrir la totalidad de la cabeza obligaba a rascarse la cabeza hasta la saciedad, dejando al descubierto cuando te lo quitabas un peinado que se asimilaba más al nido de un hamster que a un peinado.

   En segundo lugar, tras los Niños de San Ildefonso, mi señal inequívoca de la llegada de la Navidad eran los acordes de una tienda de barrio muy próxima a mi colegio, el Juan XXIII. Aprovechando que leen mi blog compañeros del colegio, os solicito que expreséis si estáis de acuerdo o no conmigo:

   Al lado del colegio donde estudiamos mi hermano y yo, existía una tienda (aun hoy está), de esas en las que podías comprar prácticamente de todo, una gorra, una fuente de barro, un ventilador, un disfraz, unas alpargatas, en fin, lo que quisieras. La tienda era propiedad de un señor amante de la caza, que poseía un pointer blanco y canela que le acompañaba en todo momento. Justo al llegar esas fechas, sobre el 19 o 20 de diciembre, colocaba dos altavoces en unos soportes que tenía a tal efecto encima de la puerta de la tienda, y desde la hora de apertura hasta el cierre, sonaban cintas de casette de villancicos al máximo de volumen.

   Recuerdo a la Yupi (como llamábamos a una de nuestras profesoras) intentar gritar con su característica voz de pito para vencer a la marimorena, la burra que iba a Belén o los peces que bebían en el río. La verdad es que el primer día que sonaban los villancicos era una gloria, porque tenías en tu haber la muestra clara de que las vacaciones de Navidad estaban a la vuelta de la esquina, pero al llegar al tercer o cuarto día de soniquete, tenía uno la cabeza como una botella de anís o una pandereta. Qué tiempos...

   Ahora en cambio, al llegar el día de la lotería estas tan harto de ver lucecitas y papas noeles cantando y bailando en las tiendas de chinos, que la ilusión brilla por su ausencia. Aunque seguro que este año con la crisis se fundirán pocas bombillas, no creo que tengan muchos calentones...

   Buenas noches a tod@s.

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