martes, 6 de noviembre de 2012

Todo se deteriora...



   Querida Laia:

   Me da una pera horrible, pero hoy, tras exactamente 12 años y 5 meses, entiendo las palabras de Vilches, aquel compañero cincuentón, de bigote poblado y amarillento de tanto fumar ducados, con el que realicé mi primer servicio en un Nissan Patrol, por las playas de la localidad murciana de San Pedro del Pinatar. Aquella tarde, iniciamos religiosamente el servicio a las 14:00 horas, con un calor asfixiante, finalizábamos a las 22:00; a mi me brillaban los zapatos como un bola de jugar a la petanca, mi camisa no tenía ni una sola arruga y mi corazón palpitaba a mil por hora de puro nerviosismo. Pero cuando vi llegar a Vilches, con cuarenta y pico años de servicio a sus espaldas y la única compañía de su gorra (hecha mixtos) y dos paquetes de ducados se me vino el mundo encima. Para colmo aquella tarde me la tiré enterita en una gasolinera, donde trabajaba una chica de muy buen ver a la que mi compañero tenia cansada con sus infructuosos cortejos.

   Los cortos trayectos que hicimos en el patrol, Vilches me repetía una y otra vez la misma frase: "Zagal, tranquilo, que ya se te pasará el ardor guerrero"...

   Imagino que Vilches será hoy un feliz jubilado (si es que sus pulmones aguantaron el ritmo) y precisamente hoy, lo tengo muy presente en mi memoria.

   Mi querida Laia, haciendo un simil taurino, como de costumbre, hoy a tu padre le han clavado el peor par de banderillas negras de mi vida profesional. Y los pares de banderillas sólo se le ponen a los mansos, a los que rehusan de la pelea, pero yo no me merezco ese castigo hija, porque no me hace falta la opinión de mis abuelas, de mi madre, ni siquiera de la tuya, que es mi esposa, para hacerme saber que yo tengo dos cojones muy bien puestos y especialmente para desempeñar mi trabajo como el mejor. Pero lo de hoy, no tiene precio, y prefiero dejarlo ahí, porque desgraciadamente lo más beneficioso para mí es callarme.

   Tan sólo decirte hija, que aunque se empeñen por segunda vez en joderme el bolsillo para festejar contigo tus primeros Reyes, lo llevan claro, aunque no coma en todas las santas Pascuas, te haré los mejores regalos que estén en mi haber.

   De verdad, mejor que si alguien quiere saber algo más me lo pregunte por privado o por teléfono porque es que no quiero desarrollarlo más.

   Qué cabreo no tendré, que después de no haber corrido en dos meses, esta tarde me he pegado ocho kilómetros para el cuerpo al ritmo de un perdigón...

   Termino Laia hoy haciéndote una reflexión que tú solita descubrirás en esta dura vida: Un acantilado puede ser inmenso e imponente, una mujer puede tener en su juventud dos pechos de infarto y unas piernas de bandera, o una imponente viga del mejor pino es capaz de soportar el más pesado umbral, pero cariño, el aire y el golpear de las olas hará que el acantilado tarde o temprano se erosione y pierda su magnitud, aquella mujer espectacular sufrirá las consecuencias del paso del tiempo y aunque decida gastar miles de euros en botox o cirugía, llegará a sentirse avergonzada algún día de su desnudo, y aquella viga invencible será atacada por la carcoma y como consecuencia sustituída por otra recientemente talada.

   Eso me empieza a pasar mi pequeña, comienzo a perder el ardor guerrero, comienzo a erosionarme, a necesitar botox, aparecen en mi corazón los primeros bichitos de carcoma, que pena hija, que pena...

   Te quiero mucho mi vida, que sueñes con los angelitos. Al resto, buenas noches a tod@s.

2 comentarios:

  1. Cielo la vida da muchos revés, así que tranquilo, no se que te habra pasado pero tranquilizate y juega con tu niña para que sete pase, un beso guapo

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  2. Te veo muy cabreado Jose , solo piensa en esas estrellas que tienes en casa , bueno y las que estamos un poco mas lejos jajaja, que eso es lo verdaderamente importante. Os queremos mucho , besitos , tu tata.

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