El calor extremeño comienza a hacerse notar a estas alturas de mayo, faltan dos dias para el término del curso y si a esa mezcla, le añadimos que el temario era más bien aburrido, el 75 % de los componentes de la clase hasta el descanso de las diez de la mañana no era persona, de hecho alguno ha estado pegando cabezazos más bien reiterados, como si del saludo a la bandera española se tratase.
Tres mujeres diferentes han sido las encargadas de dar las cuatro primeras horas de clases hoy y prácticamente ha girado todo lo dado en torno a un mismo tema, el transporte por carretera de animales vivos.
Se han tratado problemáticas, señales y marcas que debe de llevar cada especie animal en su transporte, etc; en fin, temario que a mi personalmente me ha resultado interesante y entretenido, de hecho, he sido uno de los que más casos prácticos y reales he planteado. Pero claro, no era de recibo plantear las anécdotas que más recuerdo relacionadas con animales en carretera.
La primera que recordaba fue cuando una tarde de invierno, nos mandaba la central a apartar un animal de la calzada para que no se produjese un accidente. De camino hacia el punto donde habíamos sido requeridos nos pudimos enterar de que se trataba de una oveja. Quien conozca el punto, la pobre oveja se encontraba asustada y desorientada en la misma rotonda del km 23 de la A-1, muy cerca de la localidad madrileña de Algete, junto a la fábrica de cerveza El Águila. Pues bien, tras hacer correr a cuatro Guardias Civiles de tráfico durante casi una hora, por fin el que suscribe, ante la mirada atónita de varios conductores, pude echarle mano a la pata trasera derecha y posteriormente entre los cuatro sudorosos y jadeantes compañeros la colocamos en el maletero para su posterior traslado a un pastor de la zona.
Pero el caso que me hacía esta mañana reir como un solitario loco es el que paso a relatar a continuación. En todas las empresas y en todos los trabajos está el típico compañero "cansino", ese que no se calla ni debajo del agua. Pues bien, estando ya destinado en el Destacamento de Madrid como motorista, llegó un compañero destinado (entre otros 12) de los típicos que profesan un especial culto al estilismo, al físico, a los abdominales y a los peinados especiales. Pues bien, puedo prometer y prometo, que el primer servicio que realicé junto a él acabé como un profesor de primaria el primer día de curso. Me puso la cabeza como un tambor, que si yo levanto tanto de peso en pres de banca en el gimnasio, que si ayer me ligué a una viuda, que si pretendo acostarme con otra, que mis brazos son los mejores, que si mira que perfección en mi peinado perfilado con kilos y kilos de gomina etc etc etc.
Fue tal el tostón que me estaba propiciando que decidí parar en una rotonda próxima a un matadero para parar algún camión y controlar documentación, para ver entre otras cosas si el sex simbol controlaba tanto de documentación como de anabolizantes y marcas de gomina. Pues bien, el primer vehículo que paré fue un camión no muy grande, cargado de vacas que se aproximaban al fin de su existencia. Para quitarlo un poco de mi vista, le pedí al compañero que se pusiera en la parte trasera del camión para señalizar mejor nuestra presencia y evitar algún accidente indeseado. Tardé poco en ver que una de las vacas que se encontraban en el camión levantaba el rabo con el ademán de aprovechar la parada del vehículo para vaciar la vejiga. La verdad que fue una mezcla de picardía y mala suerte, yo estaba seguro de que el compañero se iba a percatar, pero desgraciadamente no fue así.
La vaca colorada se quedó bien agusto y soltó una meada de las de muy Señor mio, al compañero tan sólo le dió tiempo a soltar un buen taco a la vez que yo chillaba su nombre. Fue demasiado tarde, la orina del vacuno chorreaba por la gorra, el emblema de la gorra, el polo amarillo fluorescente y resto de uniformidad reglamentaria. El camionero por su parte quería reirse, pero se mordía la lengua por las posible represalias del fornido agente que ahora si, con su uniforme empapado marcaba unos extraordinarios músculos...
El fin de la historia no fue otro que el regreso a base para cambiarse la ropa y pegarse una ducha más bien intensa. No le he vuelto a ver parar ningún camión de ganado, desconozco el motivo...
Es una regla de oro en la tauromaquia, ¡no se puede dar la espalda nunca a un toro!.
Espero que tod@s disfruteis de la extraordinaria tarde que hace. Muy buenas tardes.
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