jueves, 3 de mayo de 2012

Que buenos recuerdos me traen las golondrinas





    Habrá quien vea las golondrinas y no les preste atención. Para otros muchos no deja de ser un ave migratoria más como pueden ser las cigüeñas, las garzas o los flamencos. Para mi significan mucho más.

   No es que me haya dedicado a criar golondrinas ni nada por el estilo, aunque lo cierto es que aquellas personas que me conocen bien saben que los animales son mi delirio y además de ser aficionado a las palomas mensajeras actualmente, hace unos años me dediqué a criar diferentes clases de pájaros como canarios, periquitos, diamantes mandarines etc. 

   La primera ocasión en la que me separé de mis padres fue bastante traumática. Con un bolso de viaje al hombro con publicidad de la marca de tabaco marlboro, de color rojo, y tan sólo 18 años y medio enfilé la cuesta arriba que te adentra a la Academia de Guardias y Suboficiales de la Guardia Civil de Baeza. La llegada hasta la compañía me la hizo un poco más fácil el actual Capitán Tarifa, amigo de mi padre y compañero suyo de promoción de Teniente, que era el empleo que por aquel entonces poseía.

   Hablamos de un 13 de noviembre de 2.000. No quise mirar hacia atrás, porque a pesar de que "el polluelo" (referido a mi) tragaba saliva de manera más que rápida, sabía que la gallina (referido cariñosamente a mi madre) estaría llorando a mares, así que para evitar imitarla me limitaba a contestar lo más rápido posible a las banales preguntas que me hacía el Teniente Tarifa para romper el hielo.

   Pasaron siete largos meses, de estudio, de instrucción, de reclutamiento. Cuando ya los exámenes habían terminado y la nota final estaba decidida comenzamos a disfrutar de más tiempo libre por las tardes, no teníamos estudio ni inglés, por lo que podías echar algo más de siesta y tan sólo había que ensayar el acto de entrega de despachos. Los ánimos estaban relajados y la gente se empapaba los mapas de España provincia a provincia para ver dónde iban a pedir destino en las próximas semanas. Bien, pues en ese ambiente de relajación, allá por finales o mediados de mayo, comencé a ver llegar las primeras golondrinas que empezaban a hacer sus nidos en las cornisas de las compañías.

   Terminaba el curso, tocaba a su fin, pronto me marcharía de operación salida y se terminaría de hacer realidad mi sueño. Llegaban más y más golondrinas, parecía que Dios la enviaba con el mensaje de ánimo para todos aquellos que formábamos parte del hormiguero de uniformes verdes. Ese es mi recuerdo de estos animales, los que me trajeron la felicidad de acabar aquel largo curso.

   Esta mañana, cuando estaba en clase, veía por la ventana las primeras golondrinas fabricar su nido en las cornisas del edificio de residencia de esta Escuela de Tráfico de Mérida, me trajeron a la mente aquellos recuerdos, aquel mensaje de ánimo, que hoy no era otro que: "venga, no te aburras ni desesperes que el lunes haces el exámen de mercancías peligrosas, todo te va a salir bien y encima mañana es viernes y volverás a estar con tus dos amores". 

   ¡Benditas golondrinas! siempre dando alegrías. Mañana me toca emigrar a mi para Madrid.

   Buenas tardes a tod@s.



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