viernes, 27 de abril de 2012

Como en casa, ningún sitio




   Querida Laia:

   Cuando seas mayorcita seguro que tendrás muchas amigas, compañeras del cole que te invitarán a dormir en sus casas, o quizás vayas de excursión (siempre y cuando mamá te deje, con mi permiso ya cuentas), para experimentar lo que es pasar una o varias noches fuera de casa y jugar a ser mayor. No es mi caso, pero la verdad es que verme en una cama que no es la mia, lejos de casa, me hace ponerme de mala leche y retrasarme el sueño.

   El cansancio acumulado por extrañar la cama, la dureza de la materia del curso, los trescientos y pico kilómetros que separan Alcobendas de Mérida y la debilidad física por la deficiente comida de la Academia han hecho que terminase el viaje de hoy muy pero que muy cansado, pero cuando llegué al frontal de la puerta de entrada a casa con las llaves en la mano se me quitó el cansancio, bueno me quedaba un restillo, pero se esfumó al abrazar a mamá y al volver a contemplarte durmiendo. Tras una ducha y colocarme el pijama me he tumbado en el sofá, nuestro sofá, me he puesto al día de las noticias del país (al Rey lo operan de nuevo, una señora mejicana desarrolla un embarazo de 9 fetos, sube el IVA, comienza la Feria de Abril de Sevilla y el premio de moto GP en Jerez, etc) y me he rezagado sobre mamá. Dios santo, qué paz, qué tranquilidad, qué sosiego.

   Aunque te soy sincero Laia, de vez en cuando movía un poco tu carrito, no para prolongar tu sueño, todo lo contrario, para provocar tus quejidos, tener una excusa para cogerte y revivir la sensación de tenerte entre mis brazos. Por fin, gruñes, te estiras y llega el llanto. Ese olor, esa suavidad de piel, esos piececillos, esos ojos entreabiertos, ahora si que si, que bien se está en casa, cuánto he añorado ésto en la última semana.

   Si bien es cierto, y lo venía hablando con Álvaro (mi compañero de habitación y pupitre en el curso), que nos hemos juntado un grupo excelente en Mérida, con lo que conseguimos hacer que los días sean más amenos, evadirnos, para que la lejanía de nuestros seres queridos sea más llevadera. Samuel es un chico corpulento, gallego, de Cambados, el típico gallego colorado, bonachón, noble. Todo lo que tiene de grande lo tiene de bueno, cuando se ríe, como yo le digo, parece un oso amoroso que dan ganas de abrazar. Como está destinado en las islas, aprovecha este puente para visitar Jerez y disfrutar del premio de motociclismo. Bea es una cabo asturiana, al igual que Samuel está destinada como motorista en Canarias, junto a su padre y uno de sus hermanos. Bea tiene muy buen humor, siente mucho su trabajo y fuma como un carretero, algo tenía que tener regular, y hoy se ha puesto en carretera para visitar a su familia de Asturias a la que hace un año que no ve, entre otros a su ahijado. Álvaro es, como dije antes mi compañero de pupitre y habitación en el curso. Gaditano y destinado en Buitrago, un pueblo de la sierra madrileña, también venía con gran ilusión hacia Madrid por tener a su esposa embarazada de cinco meses, un niño que se llamará Ícaro.

   En definitiva, como en casa no se está jamás en ningún sitio, pero es cierto que las penas con pan, son menos penas, y el grupillo que hemos formado, aún sin conocernos con anterioridad (salvo Álvaro y yo de trabajar algún día juntos) hace de pan en estos días alejados de nuestras familias y seres queridos.

   Ahora, a disfrutar lo máximo posible, que lo bueno siempre se pasa muy pronto. De momento esta noche cambiaré algún pañal y ayudaré a mi Laia a expulsar los gases, pero de corazón, prefiero no pegar ojo y estar contemplando a mis dos soles descansar que estar separado de ellas aunque sólo sea unos metros.

   ¡Buenas noches a tod@s desde mi casa!

1 comentario:

  1. Jose, hazme un favor y da recuerdos y un besazo fuerte a Bea de mi parte,la conocí en la concentración de Torrevieja hace casi cuatro años cuando ella estaba destinada allí. Y un fuerte abrazo para tí. Merino.

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