jueves, 5 de abril de 2012

Más de ocho años sin ti



   Otro dia lluvioso y nublado, otro dia que quizás sin querer te ayuda a recordar momentos pasados, personas queridas, momentos que nunca volverán. Hoy, ya que mi amiga Marta me lo ha propuesto, voy a hablaros del compañero que aparece en la foto que encabeza el post, voy a describiros a José Antonio Sánchez Olmo.

    Me remonto al verano de 2001, concretamente al mes de agosto. Yo me encontraba prestando servicio como refuerzo en la Operación Verano en un precioso pueblo murciano, San Pedro del Pinatar. Un fin de semana que tenía libre, vine a Madrid para conocer el cuartel donde seguiría trabajando durante todo un año, el Puesto de Torrejón de Ardoz.




   En la actualidad, este cuartel sólo presta servicio de Intervención de Armas, pero por aquel entonces todos los pabellones estaban ocupados de Guardias Civiles y sus familias y la demarcación que cubriamos eran las localidades de Daganzo, Ajalvir y Paracuellos del Jarama. Retomo el relato, al llegar al cuartel, en esa ventana de la foto se encontraba prestando servicio de Puertas un chico algo mayor que yo, con ojos claros y perilla, más o menos de mi altura. Al identificarme y pedirle que me indicara dónde se encontraban los pabellones de solteros, él con una voz muy tenue, calmada y claro acento andaluz me indicó que tenía que atravesar el patio y subir unas escaleras. Así quedó la cosa. A mi regreso al Puesto en septiembre, me nombraron servicio de mañana precisamente con ese chico, el Sargento me describió así a Olmo: "es un chaval callado pero muy buena gente, creo que su intención es pedir para Valencia porque su mujer es de allí".

   Efectivamente, no tardé mucho en conocer a Raquel, su mujer y a Raquel hija, un comino de niña, de unos dos añitos, preciosa y muy parecida a su padre. Raquel era valenciana de pura cepa, además siempre tenía a su Valencia en la boca y con el tiempo, cuando hice confianza con ellos (no tardé mucho por cierto) me confirmaron su intención de pedir para Valencia porque tenían un piso en Picassent (creo recordar, perdona Marta si recuerdo mal). Raquel era morena, alta como Olmo, más joven que él, a penas 23 o 24 años. Dejó toda su familia para venir al poco agradable Madrid con su marido y comenzar a formar su familia hasta que pudiesen obtener destino en tierras de naranjos.

   Cierto dia de verano llegó toda la familia de Raquel de Valencia a pasar unos dias con ellos. A veces pensaba como Manolo (el padre de Raquel) era capaz de sobrellevar ser el único hombre entre tanta mujer, ya que la familia estaba compuesta por él, su mujer y cuatro hijas, aunque la verdad es que en esa familia todo era simpatía y buen humor, muestras de cariño entre ellos y con los demás. Casi el mismo dia que llegaron, tras presentarme Olmo a ellos, con el típico acento valenciano me ofrecían subir a casa para comer o cenar y que no estuviera sólo. La más pequeña de la familia (sin contar a Raquel hija), era Marta, una chiquilla guapísima de unos 9 o 10 años de edad (hoy toda una mujer que traerá locos a todos los valencianos) que enseguida hizo buenas migas conmigo. Recuerdo una tarde y ella también me consta, en que yo me encontraba de Puertas. Como el servicio era muy aburrido me saqué el teléfono a la repisa de la ventana y me entretenía viendo los coches pasar por la puerta del cuartel. Sobre las 6 de la tarde bajaron Marta con su sobrina Raquel a hacerme una visita, cosa que yo agradecí sobremanera y pasamos el rato jugando entre nosotros a pasarnos una pelota de plástico. En uno de los pases, Marta, como si fuera Cristiano Ronaldo, pegó un zapatazo de puntera con todas sus ganas que fue a impactar directamente en mi cara. Podeis imaginar al Guardia de Puertas con su traje de bonito y la cara roja como un pavo por el pelotazo de la simpática chiquilla. Lejos de querer matarla, a sus numerosas disculpas yo le quitaba importancia y poco a poco el color de mi cara recuperó la normalidad. Menos mal que el tricornio lo tenía en la mesa, si lo tengo en la cabeza me lo hace polvo...

   También recuerdo una noche que salí con Olmo. Esto fué en otoño, una noche de esas en las que a las 12 de la noche ya no había nadie por la calle y te aburres una barbaridad. Si bien Olmo no era de mucho hablar, cuando se sacaba algún tema curioso charlaba por los codos. El servicio lo teminábamos a las 6 de la mañana, yo conducía el citroen Zx oficial y ya cansados de dar vueltas como tontos, decidimos parar un poco en una calle del polígono de Ajalvir para descansar. Los dos recostamos los asientos y bajamos un poco la calefacción. Yo nunca he podido dormir boca arriba, siempre duermo de costado y auqnue me ha costado mucho siempre dormir en un coche de servicio, como estaba cansado pegué una cabezada recostado hacia la derecha. No se me va a olvidar el susto que me llevé, cuando al sonar la alarma del teléfono y abrir los ojos, me encontré a Olmo, con su perilla, sus dos ojos azules abiertos de par en par a dos palmos de mi como si estuviera poseído, el pobre para traquilizarme sólo me dijo con su voz calmada "iba a despertarte".

    Pero tuvimos otra mejor, otra noche de servicio y otra noche de agua. Ya terminando el servicio, después de estar toda la noche lloviendo a mares, de camino para Torrejón para finalizar, Olmo se metió por un camino existente entre Paracuellos y Ajalvir, porque le había parecido ver las luces de un coche. Yo intenté convencerle que no era nada, que sólo era fruto de nuestro cansancio y le instía para que se diera la vuelta porque el camino estaba malísimo. Pues él, terco como una mula, seguía conduciendo el nissan almera que llevábamos aquella noche, encima era el coche del Sargento. Cincuenta metros más adelante, yo no se si se quedó dormido o qué hizo, el caso es que Olmo metió las dos ruedas de lado derecho en una zanja de barro hasta las orejas y al intentar sacar el coche a pleno acelerón se atascó hasta el chasis. Yo enfadado, sin poder bajarme porque el coche estaba completamente de lado, y Olmo a carcajada limpia, menos mal que le funcionó bien la cabeza y recordó que a unos 500 metros había una nave de personal de mantenimiento de carreteras. Le tocó a Alcolea ir corriendo a pedir ayuda muerto de vergüenza. Gracias a Dios, con la ayuda de un camión tirando de nosotros salimos de la zanja. Eso si, acabamos el servicio dos horas más tarde porque encima hubo que limpiar el coche en la gasolinera para que el Sargento no nos pegará el tirón de orejas.

   Desgraciadamente, llegaron las vacantes que Olmo y Raquel esperaban. Cogió una vacante por antigüedad para el Puesto de Silla en Valencia. Me alegré por una parte, pero me dió una pena horrible pensar que dejaría de ver a Raquel, a Olmo y a la pequeña Raquel a la que me comía a besos cada vez que la veía salir o entrar al cuartel de la mano de su madre, por otra me alegré de pensar que comenzarían a construir su sueño donde ellos deseaban, rodeados de la fabulosa familia Fernández Juarez. Su alegría duró muy poco, tan sólo unos meses. Olmo falleció en un accidente de tráfico al iniciar el servicio mientras se dirigía a auxiliar otro accidente. Las imágenes que tengo de él después de la llamada de un compañero para informarme de aquello no quiero recordarlas Marta. Me quedo con la bronca que le eché por lo de atascar el coche, con las risas que me provocaba el verlo andar tan despacito, moviendo el culo como una chica, con esa parsimonia. 

   Marta, decías que guardas vagos recuerdos de él, serán vagos, pero son valiosos mucho más de lo que imaginas y tienes muy cerca de ti a alguien que cuando quieras revivirlos con más fuerza te puede ayudar mucho, tu sobrina Raquel. Ya queda poco de ese bebé que yo besaba y que a penas sabía caminar, pero le queda esa expresión en los ojos que es la misma que yo vi en el coche aquella noche al despertarme asustado. Tan sólo por fotos soy capaz de distinguirla. Tú la tienes ahí todos los dias dale besos y achuchones, no te canses, que Jose los recibe al mismo tiempo. Cuando le des el próximo beso dale uno más muy fuerte para que también le llegue a mi compañero y amigo de mi parte y recuerda una frase:

     Nunca, como al morir un ser querido, necesitamos creer que hay un cielo.

   Espero que te haya gustado, un beso fuerte para toda vuestra familia desde Madrid.

  

1 comentario:

  1. primero quiero dar las gracias a jose francisco por este relato, y ahora me voy a presentar: Yo soy francisco javier soldado merida y estube los 18 meses de auxiliar con jose antonio y quiero honrrar su memoria: A Jose Antonio lo conoci hace ya 20 años y siempre lo he tenido en mi memoria porque era un amigo noble y fiel compañero, despues de BAEZA estube con el en 3 ocasiones y la ultima vez que hable con el fue por telefono que me llamo para decirme que hs y fundirmeabia tenido una niña, cosa que me elegro mucho, pero por dejadez mia le perdi los pasos y llevaba mucho tiempo queriendo saber de el, y de tantas veces que he puesto su nombre en internet me he tropezado con este relato y me ha caido como un jarro de agua fria y quiero dedicar unas palabras a mi amigo jose antonio:porque he sentido en mi corazon este choque mortal, quisiera retroceder 8 años atra contigo en un abrazo y volver a arrancarte esa sonrisa tuya que aveces era una mueca amable y volver a emborracharnos como hace 20 años que me tenias que ayudar a subir las escaleras del ALBAKARA. Por ultimo quiero decirte que me reserves un sitio alli donde estes porque yo siempre he estado contigo en la misma camareta, !compañero del alma, compañero!

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