Querida Laia:
De la misma manera que me haría muchísima ilusión que me acompañases a una buena corrida de toros cuando seas mayor, me haría sentir el mayor de los orgullos si el dia de mañana pudiese ver con mis ojos a tu ligero cuerpecito manipulando con soltura una moto de más de doscientos kilos como si de una cometa de tratara.
Tu madre, una extraordinaria motorista, como muchos sabrán tuvo hace más de dos años un accidente durante el servicio con una motocicleta oficial. A mi llegada a urgencias del hospital Quirón aún estaba tumbada en la camilla, vestida de uniforme y con los ojos llenos de lágrimas, con una mezcla de emoción, miedo e impotencia a partes iguales.
Recuerdo que mientras que tres enfermeras hacian añicos con las tijeras la uniformidad para poder hacerle radiografías, otra muy bajita se limitaba a mirar a mamá expresándole en voz alta su admiración por tener los bemoles de trabajar en lo que trabaja y llevando una motocicleta de 300 kilos, no se si era únicamente para calmarla pero aparentemente la admiración parecía real ciento por ciento.
¡Qué cosas!, quién nos iba a decir a nosotros que pasados tres años volveríamos a estar en esas urgencias del mismo hospital para esperar tu alumbramiento...
Hubo un día, que volviendo de trabajar mamá traía la moto y yo conducía uno de nuestros coches porque habíamos trabajado en horarios similares pero no iguales, por lo que nos tuvimos que desplazar a Madrid en medios de automoción distintos. Pues bien, al aproximarnos a una rotonda, mamá circulaba justo delante mia y por debajo del casco le asomaba una tímida coleta rubia, lo que ayudaba a confirmar junto con su silueta que la piloto era del sexo femenino.
Ella cedió el paso al acceder a la rotonda, pero aprovechando la soltura de la moto y sus sobradas dotes, con un golpe de puño se alejó rápidamente unos metros de mi, justo cuando yo comenzaba a realizar el ceda el paso a los vehículos que circulaban ya por el interior de la rotonda. Hacía calor, por lo que yo conducía con las ventanillas delanteras abiertas y justo en ese momento otro coche se pudo a mi altura en el carril izquierdo, también con la ventanilla del copiloto bajada. Me hizo una gracia tremenda cuando las dos señoras que ocupaban ese vehículo todo terreno oscuro discutían para averiguar quien llevaba la razón, ya que una de ellas afirmaba convencida que "esa tremenda moto la conducía una chica" y que "tenía mucho valor", en cambio la segunda le debatía esa afirmación y apostaba porque era un varón, le hice ganar la apuesta a la primera cuando les confirmé que era una mujer y aún más orgulloso añadí dos palabras: "MI mujer"; ellas soltaron una sonora carcajada y me dijeron que la felicitase, antes de continuar cada uno nuestro rumbo.
Pues si Laia, mañana volveremos a tierras de Meigas e Conxuros, a volver a ver a los abuelitos, los tios y los primos, y aprovechando que los abuelos Jose y Ana viajan con nosotros, tu papá va a hacer la misma excursión pero en moto. La verdad es que nuestra moto más que una motocicleta parece un turismo, que si calefacción en los asientos, que si radio, que si control de velocidad... la verdad es que así los kilómetros caen prácticamente sin darse cuenta y para mejor suerte las temperaturas bajan a partir de mañana hasta los 21 grados en O Porriño según la Agencia de Meteorología . De todos modos, si me siento cansado mamá tendrá que hacerme el relevo, pero había que aprovechar la compañía de los abuelos para llevar la moto a que la vea el tio Moisés, que es un enamorado de estos "bichos" y ya nos lo había pedido varias veces.
Al menos pequeña vas a tener dos medio profesores en casa y lo que si que no nos puede quitar nadie de nuestras espaldas son la experiencia y los miles de kilómetros que llevamos ya realizados, vigilando y auxiliando en carretera a todo aquel que nos ha necesitado.
Esperemos tener un viaje extraordinario. Os quiero mucho mis princesas.
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