Mentiría si lo niego, me encanta Gran Hermano. No se qué es exactamente lo que me llama tanto la atención, pero siempre ha sido un concurso que me ha atraído. Puede que sean las discordias que existen entre los participantes, las cuales se pueden dar fácilmente en tu vida cotidiana entre amigos, compañeros o familiares, no se, el caso es que todas las ediciones he visto todos los programas que me ha sido posible.
Digo ésto, porque esta misma tarde, Marta y yo hemos coincidido en un supermercado con Pepe Herrero, ganador de una de las ediciones de Gran Hermano famoso por su pijama de rallas o por tener el padre más canoso y más protector de todas las ediciones. En definitiva, un triunfito más fruto de la caja tonta, de los bobos y bobas que como yo, jueves tras jueves hemos conectado a Mercedes Milá.
Pero aquí viene mi sorpresa: lejos de verlo bien peinado, vestido de marca como es normal en él, la descripción sería unos pelos como el nido de un hamster, una calzona corta de jugar al baloncesto con más mierda que el palo de un gallinero, un chubasquero azul marino y unas chanclas de un bazar oriental. Su compra: una bolsa de hielo picado para unos mojitos y cuatro paquetes de gulas congeladas, (ni siquiera la Gula del Norte que anunciaba Rosa María Sardá). Caminaba sólo, arrastrando los pies, mirando a derechas y a izquierdas con la misma cara del que busca un banco para pasar la noche, barbas de tres o cuatro dias, en definitiva, daban ganas de tirarle a los pies un billete de diez euros.
La verdad, no me ha despertado ninguna envidia. Y claro, después la cabeza comienza a funcionar, yo con mi mujer juntitos haciendo la compra, nuestra preciosa hija en casa con sus abuelos, he disfrutado de una fenomenal comida con unos amigos - compañeros (aunque no estaban todos como hubiera deseado por diversidad de motivos) en un Restaurante que me encanta, he recibido la visita de otro compañero y amigo, su mujer y su precioso hijo que nos han hecho un regalo precioso para Laia (mi amigo Jose de Tarancón, te agradezco enormemente tu visita, ya sabéis dónde está vuestra casa), en el trabajo soy feliz, aún me queda tiempo libre para practicar mis aficiones o visitar al resto de mi familia... ¿sigo Pepe Herrero o paro para no inducirte al suicidio?.
Marta me lo dice cada vez que hago público en voz alta mi deseo de que me toque la lotería, "no es más feliz el que tiene todo, la mayoría son unos infelices", cuánta razón. ¿Cúanta tinta gastaríamos enumerando los valores que son más importantes en la vida que la riqueza?.
Pepe, por el momento, y en mi situación actual, te regalo telecinco, la tele entera y todo lo que seas capaz de exprimir a la Casa de la Moneda o a la Agencia Tributaria. Como dice mi hermano: "Virgencita que me quede como estoy".
Buenas noches a tod.@s
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